LO DISPAREJO QUE PUEDE LLEGAR A SER UNA PAREJA

Hace poco tuve un sueño, relacionado a lo que es vivir en la b – a – ba (en babia, para las amistades foráneas, en la luna). Luego vi una película latina de los problemas comunicacionales de pareja y se me ocurrió crear una narración sin sentido, similar a lo que soñé. La dejé lo más libre posible, para que ustedes comprendan lo que gusten, o sea, es una parábola a la cual me agradaría si ustedes le para-bolas realmente. Pongamos que un chico llamado Johan se siente atraído por una muchacha llamada Elena. Él le pide ir juntos al cine, ella acepta y lo pasan chévere. Unos días después él la invita a comer y de nuevo están a gusto. Acá hago un alto y un comentario: Que arriesgadas son las parejas cuando salen juntas; 2 entradas al cine acá en Maracay son para este día 02 de noviembre Bs.F. 34 (34.000 de los viejos), más una cena que son como cien más el taxi, la tarjeta que te vende un cara de loco barata y te coloca el nombre de tu pareja a dos mil cada letra y ella quiere que le escriban los dos nombres y los apellidos. Los sueldos son un factor de separación o poca posibilidad de citas. Continúo. Siguen viéndose regularmente, y un tiempo después ninguno de ellos ve a ningún otra persona. Están empatados pero sin estarlo (eso se ve en este país). Entonces, una noche cuando van hacia casa en el carro de él, anteriormente el wolksvagen del papá al cual le ha metido todos sus ahorros para luego venderlo y no lo hace por sentimentalismo, un pensamiento se le ocurre a Elena y sin pensarlo realmente, ella lo suelta diciendo: - Papi ¿Te das cuenta de que justo hoy hace seis meses que nos vemos? Y entonces se hace el silencio en el carro. A Elena le parece un silencio sepulcral. Ella piensa: - Como que se molestó por la pregunta. Quizás se siente acostumbrado a nuestra relación “light”; quizás crea que estoy tratando de forzarle a alguna clase de obligación que él no desea, o que no está muy seguro. Y Johan lo que está pensando es: - Perro. ¡¿Seis meses y nanai nanai?!- Y Elena piensa: - Pero yo tampoco estoy segura de querer esta clase de relación. A veces me gustaría tener una forma más madura de pensar sobre lo que yo realmente quiero que nos mantenga en la dirección a la que nos estamos dirigiendo lentamente... quiero decir, ¿hacia dónde vamos?, ¿Vamos simplemente a seguir viéndonos en este nivel de intimidad? ¿Nos dirigimos hacia el matrimonio? ¿Hijos? ¿Una vida juntos? ¿Estoy preparada para este nivel de compromiso? ¿Es que conozco realmente a esta persona?- Y Johan piensa: - ...otra cosa, cuando nos conocimos fue en... esteee... mayo cuando pues comenzamos a salir, que fue justo después de dejar el carro en el taller, o sea que... veamos el kilometraje... ¡Perro! Tengo que cambiarle el aceite al carro.- Y Elena piensa: - Está bravito. Puedo verlo en su cara. Quizás estoy interpretando esto completamente mal. Quizás quiere más de nuestra relación, intimidad, más compromiso; quizás él ha notado –antes que yo- que yo estaba sintiendo algunas duditas. Si, apuesto a que es eso. Por eso es tan renuente a decir nada sobre sus propios sentimientos. Tiene miedo de ser rechazado ¡tan lindo!.- Y Johan piensa: - Y tengo que llevarlo a los mecánicos esos y decirles que miren la transmisión otra vez. No me importa lo que esos imbéciles digan, todavía no cambia bien. Y esta vez será mejor que no intenten echarle la culpa a la lluvia. - ¿Qué lluvia? Si lo saco muy poco ahora y con lluvia menos pues se mete. Y este bicho cambia de velocidad como un camión del aseo y yo les pago a esos ladrones una realazón como un bolsa.- Y Elena está pensando: - Está bravísimo. Y no lo culpo. Yo me molestaría como loca también. ¡Dios, me siento tan culpable!, haciéndole pasar por esto, pero no puedo evitar sentirme como me siento. Simple y llanamente, no estoy segura.- Y Johan piensa: - Probablemente me dirán que solo tiene tres meses de garantías. Eso es justo lo que van a decirme, los choros esos.- Y Elena está pensando: - Quizás soy demasiado idealista, esperando que venga un príncipe en su caballo blanco, cuando estoy sentada al lado de una persona perfectamente buena, una persona con la que me gusta estar, una persona que realmente me importa, una persona a la que parezco importarle realmente. Una persona que sufre por causa de mi egocéntricas fantasías románticas de chamita de liceo.- Y Johan piensa: - ¿Garantía? ¿Quieren una garantía? Les daré una garantía. Les voy a meter su garantía por...- - Y grita Elena muy en alto- ¡Johan! - ¿Qué? - dice Johan, sorprendido - ¿Por favor, no te tortures así! -dice ella, con un brote de lagrimas en sus ojos. - Quizás nunca debí haber dicho... Oh, Dios, me siento tan...- Se interrumpe, con los ojos aguados y moqueando. - ¿Qué? -dice Johan- - ¡Soy tan tonta! - llora Elena -. Quiero decir, ya se que no hay tal príncipe. Realmente lo sé. Es estúpido. No hay príncipe, ni caballo. - ¿No hay caballo? - dice Johan. - Piensas que soy ilusa, ¿verdad? - dice Elena- - ¡No! - dice Johan, contento por fin de conocer la respuesta adecuada a una pregunta que no entiende - Es sólo que... sólo que... necesito algo de tiempo - dice Elena. Hay una pausa de 15 segundos mientras Johan, pensando todo lo rápido que puede y con dolor por la falta de costumbre, trata de decir una respuesta segura. Finalmente se le ocurre una que cree que puede funcionar: - ¡Si! - dice Elena, fuertemente emocionada, toma su mano: - Oh, Johan, ¿realmente piensas eso?! - dice ella - ¿Sobre qué? - dice Johan - Eso sobre el tiempo - dice Elena - Oh, - dice Johan-, ¡si!, respuesta que complementa y fundamente más con un ¡claro, por supuesto!. Elena se vuelve para mirarle y fija profundamente su mirada en sus ojos, haciendo que él se ponga muy nervioso sobre lo que ella puede decir luego, sobre todo si tiene que ver con un caballo. Al final, ella dice: - Gracias, Johan - Gracias - dice Johan Entonces él la lleva a su casa, y ella se tumba en su cama, con su alma torturada y en conflicto llorando hasta el amanecer, mientras que Johan vuelve a su casa, abre una bolsa de Doritos, enciende el televisor e inmediatamente se encuentra inmerso en una retransmisión de un partido de tenis entre dos sujetos de los que nunca ha oído hablar. Una débil voz en los mas recónditos rincones de su mente le dice que algo importante pasaba en el carro, pero está bien seguro de que no hay forma de que pudiese entenderlo, así que opina que es mejor no pensar sobre ello. (Esta es la política de Johan para todo lo que ocurre en el mundo). Al día siguiente Elena llama a su mejor amiga y otras dos casi tan buenas como la primera y hablan sobre la situación más de seis horas seguidas como becadas por la empresa celular. Con doloroso detalle, analizarán todo lo que ella dijo y todo lo que él dijo, pasando sobre cada punto una y otra vez, examinando cada palabra y gesto con sus posibles diecisiete mil significados, considerando cada posible ramificación. Continúan discutiendo el tema una y otra vez por semanas, quizás meses, nunca llegando a conclusiones definitivas, pero nunca aburriéndose de él tampoco ya que le cogen el gusto a martirizarse como forma correcta de sentir amor. Mientras, Johan, un día mientras ve un partido de béisbol con un amigo en común suyo y de Elena, durante los comerciales, fruncirá el ceño en señal de que cree tener algún razonamiento valioso y dice: - Raúl, tú que conoces a Elena mucho antes que yo, ¿sabes si ella tuvo alguna vez un caballo y que se llamaba príncipe? La comunicación es necesaria, pero hay que colocarle el título y pautas o cada quien hará, pensará o dirá lo que le venga en gana o comprenda. Lo bueno de las mujeres es que sueñan lindo, lo malo de los hombres es que no saben compartir sueños, a veces porque no se sabe si están realmente despiertos por la cara de dormidos que se les ve.

2 comentarios:

Gilberto dijo...

Joder, a mi me ha pasado a la inversa jajajaja. Excelente diálogo, tienes mucha razón, los hombres somos antiparabólicos. Ahora bien, ¿soñaste eso? Y yo decía que mis sueños eran locos jajaja

Andre Ro dijo...

Juro que no puedo parar de reír... Yo soy más como el chamo del cuento, eso de pensar en pajaritos preñados nunca ha ido conmigo, pero aún así debe admitir que muchas veces me digo a mí misma "Qué carajo estará pensando?"

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