Cuando entres a un negocio de chinos, recuerda: Más
que un cliente, tú eres un ladrón en potencia, por eso te siguen sigilosamente
para aplicarte su kung-fu. Pierdes la categoría de asaltante cuando llegas a la
caja. Allí el ladrón pasa a ser el de casa.
El joven chino que te habla de tú y con extrema
fluidez, hablando de que los chinos son muy fregados y que él jamás ha ido para
allá (a China), realmente te habla con sinceridad. Lo único que heredó es la
forma de desplumar a los clientes, eso sí, con mucha buena onda y con una
sonrisa afable de oreja a oreja. Tan criollo, como tú.
Tu incapacidad para contar monedas y sacar cuentas
en quebrados, decimales, reglas de tres y percentiles se nota cuando les ves
contar el puño de monedas que les llevaste para cambiar en fracciones de
segundos. Se nota también cuando te dan el vuelto y detienes la fila con un enredo
por la gramática aritmética que tenemos con los billetes en Venezuela
(enredados con el Bolívar dizque fuerte).
Jamás les nombre la madre con la idea de que ellos
no le entienden; ya fueron entrenados en esas palabras y aunque no le salgan
muy bien (hasta que te tienen algo de
confianza, cosa que tarda años en llegar) por cada mentada que les des,
ellos te suben el precio a pagar o te venden lo que ya está casi vencido o
vencido y medio.
El viejito chino que está montado sobre una caja,
con los ojos medio cerrados, realmente tiene ¡VISIÓN DE RAYOS X! y te está
viendo tras estantes, la cartera y bajo la ropa.
La señora mayor china que está en la caja, te habla
rapidísimo y no se le entiende el español, mucho menos el chino, está realmente
apurándote, no pidiendo que la escuches, ya que cada segundo es menos dinero.
El niño chino que te acaba de pisar sin importarle,
es realmente el próximo dueño de la tienda que se está entrenando en “no tener
compasión con los clientes”. Entiéndele.
Ese chico chino que se peinó con electricidad de
110v, se puso pantalones pegados y que habló en chino con su papá interrumpiéndote
cuando consultabas algo, lo hace no por mala educación, es porque realmente tú
no existes para él, al no tener un papá que te dé para todos tus gustos. Y lo
sabe porque de tener plata, no compras en negocios de chinos que venden en su
mayoría imitaciones Made in China. Y con su cabello, se burla directamente de tu calvicie o pelo chicharrón.
Los productos chinos no tendrán la misma calidad,
durabilidad, garantía, belleza, acabado y respaldo que los originales, pero
tienen menos precio y duelen menos sí se te dañan por fallas eléctricas, robos
o se los regalas a alguien que luego te dejó por otra persona. Eso se llama lado positivo de la compra.
Para llamar la atención de un chino que aún no
domina el idioma y tampoco entiende de señas o mímica, la mejor forma de
solicitarle algo es “alcánzame eso que está allí”, señalándolo con los billetes
que cueste a la mano. Automáticamente él saca la cuenta mental y sabe de qué
producto le estás hablando.
Sí no sabes cómo se maneja cierto aparato, vete para
otro lado o consulta en Google. Porque de resto, ellos tampoco saben lo que
venden. Y más irónico, no entienden las indicaciones ¡que están escritas en
chino!.
La comida china esta hecha con ingredientes, métodos
y lugares que más te vale no averiguar para que así disfrutes la comida. Pero
no lleves a tus mascotas, por sí acaso.
Los abastos y supermercados chinos son como los
ambulatorios, lugares para meras emergencias. Sí haces el mercado del mes allí,
es bueno que revises los parámetros de tu vida con el psicólogo más cercano,
algo en ti está fallando o eres muy cándido.
La música china que ellos colocan en sus tiendas,
les hace recordar con mucho cariño a su país, donde se copian las canciones de
este lado, las remasterizan y las llevan a sus compatriotas en todo el globo,
recordándoles que allá no hay mucho espacio, mejor que se queden por aquí, le
metan la mano al bolsillo de los clientes y ayuden a la economía de su país
enviándoles algo de dinero.
Ellos a su vez les enviarán más personal capacitado
en: Trabajar el doble de horas, hacer muchachos sin parar, seguir trabajando,
con listado de groserías pre-grabadas para defenderse bien en el idioma, seguir
trabajando más, fumar donde dice que no se fume pues no se debe hacer, seguir
trabajando, pedir descuento a donde les toque pagar con el mismo sentimiento con
que ellos te lo negarán a ti.
Poseen gran respeto por la autoridad y saben
cuánto y cuándo mojarles la mano para que no les cierren el local. Nada en
contra de la ley.
Y aún así, bienvenidos a este continente y país,
porque acá sabemos que están menos apretujados y hay cosas que sí se les pueden
comprar, se puede aprender que hay que echarle pierna al trabajo en donde la vida
te lleve y porque tengo panas que son asiáticos de nacimiento o por herencia y
son muy buena gente…mientras no les
tenga que comprar algo.
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