Fórmula para que Venezuela sea una Potencia Mundial (de @ReubenMorales)

Reuben Morales
"El Jeque sin Fondo"
Foto: DiversoMagazine.com
Muchas veces uno se pregunta cuál será finalmente la fórmula para que el país pueda ser la potencia económica que todos queremos. Amigos, el secreto no está en el petróleo, ni en diversificar la economía como muchos predican. El secreto está en la rumba. Pero no en la rumba de discoteca, sino en las rumbas que se organizan en casas. Es que si se observa con detenimiento, la dinámica de toda rumba venezolana tiene los principios de un negocio exitoso.

En primer lugar, para la organización de toda rumba la gente delega responsabilidades que todos asumen sin quejarse: “Yo traigo el hielo, yo la cerveza, yo el pan…”. Además, cada quien sabe cuáles son las fortalezas del otro y no se mete en su trabajo. Además, todo el mundo confía en que el otro cumplirá su labor porque sabemos que la falla de uno solo puede ser la causa de una mala rumba para todos. En conclusión, el organizar la rumba ilustra uno de los mejores ejemplos de lo que es… el trabajo en equipo.

Luego tenemos que todo anfitrión de rumba, quiere que su rumba sea distinta y única. En tal sentido, siempre se junta el grupo de organizadores y hace una tormenta de ideas en la que todo el mundo aporta lo más loco que imagine hasta que se llega a tener esa rumba ideal que sea diferente a todas las rumbas anteriores a las que hemos ido: “hacemos una choripanada con un pantalla plana para ver el juego y contratamos a una manicurista para que le haga las manos y los pies a las mujeres mientras los hombres ven el juego”. En definitiva, toda organización de una rumba nos inspira… a tener creatividad  y ser diferentes.

En toda rumba nunca falta música buena, un buen juego en la televisión (si se presta la ocasión), bebida y comida en todo momento, gente contenta, amigos, libertad de horario y la incertidumbre de lo que pasará esa noche. Por tanto, todo aquel que se haya encargado de cocinar la parrillita o de prepararle los tragos a los panas, sabe que en toda rumba… hay buen ambiente laboral.

Otro ambiente que genera toda rumba es el de estimular a sus invitados a llevarse el galardón de ser el mejor rumbero de la noche. Por tanto, siempre está el que quiere tomar más que los otros, el que quiere comer más que los otros, la que siempre quiere mostrar una pinta para ser la envidia de las demás (o la más odiada), el que fuma habanos para dárselas del más excéntrico, el que quiere echarnos en cara lo bien que baila porque está en clases de salsa casino, etc.  En tal sentido, todo ambiente de rumba siempre te estimula… a ser competitivo.

Al pensar en la rumba a la que te toca esa noche, siempre imaginas lo que comerás, lo que tomarás, la fulana o el fulano que te gusta, lo que pasará, etc. Esto quiere decir que para toda rumba uno siempre rumbea bien… porque hay motivación.

Si estás en una rumba y vas de cacería para ver si terminas la noche emparejado o, al menos, con el número telefónico de alguien, debes ser un buen conversador. Para tal condición, uno siempre trata de estar al tanto de lo que pasa en las noticias, la farándula o la tecnología; lo cual nos lleva a sentenciar que para ser un buen rumbero… tienes que prepararte.

Como todo carro de Fórmula 1, las rumbas también deben parar en los pits para recargar combustible. En tal sentido, siempre llega un momento en el que se acaba el hielo o la curda y hay que salir de emergencia –a mitad de la noche- a reponer las reservas. Por supuesto, nunca falta la comisión de guerreros que sale cual kamikaze a afrontar los riesgos de la calle nocturna por el beneficio del colectivo. Dicho en otros términos: para que toda rumba tenga buenos resultados… hay que sacrificarse.

Finalmente, uno sabe que en toda rumba la cosa se pone mejor cuanto más tarde se hace. Llega el momento de resolverte con alguien, de sacar la botella que tenías guardada para el brindis especial, de quedarte a dormir, de contar los mejores chismes, etc. En otras palabras uno entiende que en toda rumba… las horas extras son bien remuneradas.

Comprendiendo esto, creo que si aplicáramos eso que tanto nos atrae de la rumba al trabajo, quizás llegásemos a tener el país que tanto deseamos. Es por eso que para comenzar a darle utilidad práctica a todos estos principios aquí expuestos, me despido hasta otro artículo y les deseo lo mejor puesto que hay unos amigos en casa de mi primo esperándome para armar una rumba. ¡Chao!.

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