6 de la mañana, comienza un
día rutinario donde todo dices que va a ir bien, ya es lunes, no puede ser tan
malo (Vamos es lunes, tiene que serlo) y bueno de una u otra forma, no tienes
un auto propio (por falta de dinero) o se termino dañando bajo los efectos de
un karma económico donde jamás encuentras los repuestos (Y si los consigues,
dudas poder pagarlos en cómodas cuotas de Bs. 9.999).
Te resignas y vas a la
rutina diaria de cada semana, llegas a la primera parte del apoteósico viaje
constituido por el Metro, un medio de transporte público, caracterizado por
simular en algunas estaciones una batalla de 300. Tras una cola de 20 o 30
minutos (si no hay retraso como pasa habitualmente) logras entrar en el vagón
tras luchar una batalla campal y tratas de ignorar el estado actual de caos.
Pasan 5 minutos y salen 2
personas en la próxima estación, mientras entran alrededor de 5 o 6, el aire
acondicionado que antes servía a medias de la nada empieza a sonar de forma
extraña y se apaga, el vagón se detiene en medio del túnel, mientras la mayoría
de las personas habla, algunos mandan mensajes de manera desesperada, nada ha
pasado, algo común del día a día.
Transcurren más de 10 minutos y de nuevo el
operador ladillado comunica que pronto se reanudará movimiento, que todo está
bien, se empiezan a percibir las primeras expresiones de pánico en la gente, te
preguntas cuando arrancará el vagón y por qué sucede esto por 3era vez esta
semana, supones que el caraqueño no tiene oportunidad de ser claustrofóbico,
gracias al Metro.
Llegas a las próximas
estaciones, después de un recorrido velocidad slow-motion Matrix, mientras oyes
de fondo la música de ascensor del vagón y una señora pelea con otra por
sentarse en un puesto (porque pareciera que nunca se han sentado siquiera en
una fiesta) y así desvaría hasta encontrar las historias trágicas o musicales
de los vendedores ambulantes o gente que simplemente pide (y encuentra un
trabajo fijo, quién sabe si la historia es real o no).
Así después de un rato,
llegas a tu destino, resignándote de que podría ser mejor, pero que importa, al
menos llegaste, aunque esperabas haberlo hecho hace 20 minutos atrás pero
bueno, así es el Metro.
Continuará.
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