Las Noches Turbias (de @OtrovaGomasREAL) CAP. 3

CAPITULO III
 LA ENTREVISTA
Al ver a los visitantes, Kurlo les habló cariñosamente olvidando por completo lo que había ocurrido en el apartamento minutos antes:
-Buenas noches- dijo afectuosamente- ¿En qué los puedo ayudar?
Se trataba de cuatro hombres de mediana edad, vestidos todos de la manera común en las personas pudientes de Buenos Aires. El más alto, con cara de cigüeña, portaba un pequeño maletín de cuero, otro de ellos, por el cabello rubio y cierto parecido con el jefe de las fuerzas de choque de Göering mostraba ascendencia alemana. Los otros dos eran de esas figuras corrientes que no trasmiten nada a la primera impresión, ni a la segunda, y posiblemente  tampoco a la tercera. 
La amabilidad del dueño de la casa y el gesto amistoso con que les había recibido hicieron que todos le devolvieran la sonrisa con la misma gentileza. Pero a pesar de las diferencias de sus gestos, en ese instante los unificó algo que se hizo llamativo: la mirada de sorpresa. En el fondo nunca se imaginaron una actitud tan amable en alguien que tenía la fama de desnaturalizado de la persona que buscaban.
-Buenas- le respondió el que parecía comandar al grupo- ¿Es usted el señor  Mastrodoménico? 
Sin quitar la expresión afable de la cara, Kurlo asintió con un gesto afirmativo y aumentó la luminosidad de sus ojos ahora más llenos de dulzura. Se movió ligeramente hacia un lado e insistió para que pasaran.

 -Sí, soy yo –reafirmó- ¿Qué desean?
-Querríamos hablar con usted. Es algo muy importante ¿Podría atendernos ahora?
-Seguro, pero pasen…pasen, están en su casa.
Los hombres franquearon la puerta seguidos por el anfitrión, quien ya adentro les pidió que se sentaran señalando los asientos del recibo. El lugar era muy amplio, tal vez más de lo normal por la eliminación de las paredes que había extendido la zona de recepción del apartamento. Los hombres observaron con curiosidad la extraña decoración y el desorden que reinaba, sin saber que habían sido ellos quienes la habían causado con el timbre. Un enorme mazo de alpaca pura guindaba de una de las paredes y tres bates reposaban en un porta bates de porcelana. Solo el hombre de los rasgos teutónicos pareció no darle mucha importancia al sitio y prefirió detallar al anfitrión.  Junto al sofá y los tres sillones del recibo había una serie de mesas colocadas unas al lado de la otra, en las que se encontraban instrumentos de química y de física de la más variada naturaleza. Aquello parecía ser más un laboratorio que el local de una vivienda. 
Una vez que todos estuvieron sentados, Kurlo rompió el silencio: 
-Bien, que les trae por aquí… 
De nuevo habló el que parecía ser el líder: 
-Bueno, antes que nada, mucho gusto, me llamo Estanislao Miquilena, ¿Conoce a Porfirio Thomas, cierto? Venimos por su recomendación.
-Sí, claro- respondió- hace algún tiempo que no lo veo, pero hemos tenido buenas relaciones.
-Perfecto, entonces podemos explicarle sin temor el motivo de nuestra visita. Es para algo parecido a lo que usted ha hecho para él-  Al decir esto, sus gestos faciales se alteraron un poco mostrando cierto temor y duda de si podría expresar sin reservas algo tan delicado como la razón de aquella visita.
Kurlo, ya más normal a media que las dendritas empezaban a despegarse después del intercambio de líquido cefalorraquídeo,  giró lentamente la cabeza para mirar uno por uno a los cuatro recién llegados. Rápidamente les detalló las manos, una costumbre aprendida de su abuelo, quien antes de morir atacado por un conejo enfurecido que le mordió la yugular cuando iba a volverlo a la cazadora, le dijo que en las manos de una persona estaban todos sus secretos. El viejo ya agonizando le explicó al nieto que su grosor determinaba la profesión y la fuerza, en sus uñas se descubría si era aseado, puerco o marico, si se las comía mostraba que era nervioso, el índice señalaba cuales eran sus peores vicios y el arrancarse los pellejitos lo identificaba como impaciente. El anillo o su ausencia indicaban el estado civil y las arrugas de los metacarpos la edad exacta y si sufría de artritis o de leishmaniosis. Ya cerrando los ojos completamente desangrado, en los estertores de la agonía el viejo le recomendó que tratara de verles las rayas de la palma de la mano a los desconocidos, porque allí estaban marcadas su longevidad, su fortuna y la intensidad de sus pasiones, y por ende todo lo que podía esperar del individuo.
Normalizado su estado emocional al acabar por completo el coito neuronal, su sonrisa de deleite desapareció sin dejar huellas y el semblante empezó a tomar el aspecto frío que siempre le caracterizaba. El parpadeo congelado y el rictus negativo que ahora emanaba de sus labios le trasmitieron a los presentes una sensación de desconcierto. 
-¿Presumo entonces que vienen por un trabajo? –les inquirió con un acento cortante, casi repulsivo y que discordaba de la amabilidad anterior. 
El tono de sus palabras era indeterminable, y por más que los otros trataron de sentirse normales aquella voz les perturbaba. La entonación que le dio a la pregunta también podría trasmitir una respuesta, solo que era imposible descifrarle la intención. Podía ser un "Hay, que bueno, cuénteme ", pero igual se trataba de un "¿Están locos? ¿Que se han creído ustedes?“ O un “Váyanse, ya yo no hago esas porquerías". Con excepción de uno del grupo, los individuos se movieron perturbados y la atmósfera empezó a volverse difícil de respirar.
En cuestión de segundos el estado incómodo que se crea en las áreas cerradas cuando no hay armonía se apodero del sitio, hasta que uno de ellos tomó la palabra. 

-Sí, en efecto, señor Mastrodoménico, para eso hemos venido. Tal vez es un trabajo diferente, aunque Porfirio nos dijo que usted era el hombre más capaz en toda Argentina para hacerlo, y además el único que no lo rechazaría porque lo rige un elevado principio de justicia. 
-¿De qué se trata? -respondió Kurlo, cambiando el aspecto frío del rostro por uno casi altanero. Su cuerpo macizo humilló la condición física inferior de sus interlocutores. La piel visible mostraba una vitalidad extrema y los músculos que se percibían bajo la camisa trasmitían agresividad en reposo. 
Otro de los sujetos, un tipo medio regordete,  afectado por el cambio de tonos, dijo sonriendo:
-¿Usted como que es loco? Su cambio de actitud nos tiene confundidos… 
No había terminado de decirlo cuando el matón se le vino encima, y aprovechando sus palabras para sancionar la interrupción que le causó el sonido del timbre, lo levantó en el aire y lo lanzó con fuerza contra una de las paredes aceradas. El cuerpo se estrelló estrepitosamente y en segundos el pobre hombre se desplomó sobre el pavimento tomando la forma de una foca mientras miraba con la boca abierta a sus compañeros asustados.
Levantándose de la silla, el medio alemán se dirigió al que yacía en el piso: 
-Calma che…calma- Y hablándole esta vez a Kurlo dijo: 
- Mire señor Mastrodoménico, no lo tome a mal, excúselo y vayamos al grano. Se nos ha dicho que usted trabaja en venganzas por encargo. Se le paga y le propina una paliza al que sea, el caso es que nosotros tenemos instrucciones de cerrar con usted un negocio grande para ese fin, claro, con el detalle de que la venganza en nuestro caso tal vez no es de las que está acostumbrado. 
Kurlo lo observó con frialdad, y en respuesta solo peguntó si alguien tenía un cigarrillo. Cuando uno de los presentes se lo ofreció y luego se lo encendió para tranquilizarlo, lo aspiró hasta ponerlo al rojo vivo. Miró al visitante que yacía quejándose pegado a la pared y se le acercó. Al estar más cerca aspiró soltando el humo, pero lo que parecía una fumada normal no lo fue. En un movimiento rápido y antes que nadie se diera cuenta, le clavó en el cuello la punta ardiente del cigarro. Apenas si le dijo: 
-Gracias por apagármelo, se me había olvidado que no fumo.
El grito de dolor del hombre brotó desesperado. Pero al superar los sesenta decibeles Kurlo le dio una cachetada que lo volvió un simple lamento quejumbroso. 
Los otros visitantes, impresionados por lo que habían visto, y convencidos de que con aquello la conversación había llegado a su final, ayudaron a parase al herido y se dispusieron a partir. Solo que antes que lo hicieran Kurlo les conminó de nuevo a sentarse, esta vez con un tono seco y autoritario.
-Siéntense y explíquense -dijo- los voy a atender porque ese es mi negocio… pero tengan cuidado, no saben el peligro que corren cuando mal entiendo algo.
Al terminar de hablar volvió a reposarse en el sillón en donde estaba antes que se desencadenara la violencia. 
Del grupo otra vez fue el rubio quien habló: 
-Gracias, y perdone a Tulio, puedo asegurarle que no quiso ofenderlo.
 Le dio a este una mirada de consuelo y prosiguió- Pero como le dije, hemos venido a un negocio de mucha importancia. Tal vez más de lo que se puede imaginar.
-¿De qué se trata? – preguntó el matón.
-Usted debe haber oído o leído sobre el monstruoso desfalco que le han hecho recientemente a la nación ¿Me equivoco? 
Después de un prudencial silencio, como meditando la respuesta, Kurlo respondió: 
-Si, ¿Y qué? esa es la historia de siempre en Argentina… 
-Es correcto,- dijo el otro- Pero ahora hay una diferencia, se ha constituido secretamente una organización para liquidar corruptos.
En la cara de su interlocutor se dibujó un gesto de desconcierto. 
-¿Una qué? –inquirió.
-Como lo oye, una organización para liquidar funcionarios deshonestos. A nosotros se nos ha comisionado para tomar medidas punitivas empezando con este sonado desfalco a la nación. Tenemos todas las pruebas de la sustracción. Pero el caso es que entre otras cosas, fuera de las múltiples denuncias que no son procesadas por los organismos controlados por ellos mismos y las vacuas demandas judiciales que podamos intentar, tenemos plenas facultades para pasar a extremos poco convencionales. En pocas palabras, a condenarles a muerte ¿Me entiende? Y si lo acepta, usted es la persona seleccionada para liquidar a los involucrados.
Kurlo movió su mano derecha como buscando el meñique de la izquierda, pero se contuvo. Esta vez, a pesar del estado de estrés que le produjo lo que había oído se limitó a abrir un poco más los ojos.
El que hablaba se extendió para completar lo que decía:
- Esperamos que por esta vía haya un escarmiento y se acabe con esa desgracia que hemos sufrido por tantos años. No sé si le interesa, pero la actual impunidad, junto al populismo de las bandas políticas para conservarse en el poder han sido los culpables de la bancarrota del país.
Hizo otra pausa: 
-Lo que no sabemos es si usted es capaz de matar, una cosa es darle una paliza a alguien, aún tan terrible como se dice de las suyas, pero otra es expedirle el pasaporte para el otro mundo. 
El matón detuvo la mirada en un porrón de claveles que había sido quebrado por el sonido del timbre un rato antes. Otra vez quiso quebrarse el dedo pequeño de la mano izquierda, pero de nuevo lo aflojó, y solo cuando sintió que estaba libre dijo: 
-No tengo inconvenientes, pero el precio es alto.
Tres de los visitantes se miraron entre ellos, y luego de un gesto de acuerdo tácito sobre algo que sin duda ya estaba previamente analizado y decidido, respondieron casi al unísono en palabras y con gestos: 
-No importa, estamos dispuestos.
El que había recibido la golpiza, aún con una mano agarrada al cuello por la quemada, apenas si seguía la conversación y no dijo ni una palabra temiendo despertar otra vez la ira de su agresor.
Fue esta vez quien se había manifestado como jefe del grupo el que ajustó: 
- Sabemos que sus precios son los que se acostumbran para este tipo de trabajo, Porfirio Thomas nos dio los detalles de lo que cobra, es alto, pero siempre nos pondremos de acuerdo en el monto por persona. Considere que solo en este robo hay tres bandidos involucrados; como es obvio aquí no tenemos los detalles para que empiece el trabajo, eso se le suministraremos oportunamente, pero hay muchos otros casos, ahora  estamos terminando los expedientes para que no haya errores. Como puede ver es un trabajo largo y voluminoso.
-Quiero hacerles una observación - replicó Kurlo-, no lo consideren como un rechazo, pero antes de darles una respuesta definitiva debo meditar sobre el asunto, no trabajo sin antes hacer un cuidadoso análisis de los que representa mi aceptación a cualquier negocio de esta naturaleza. Lo mejor será que mañana venga uno de ustedes para darles la respuesta.  Que sea ese tipo- concluyó señalando al que lo molestó- 
Frente a aquella selección todos quedaron extrañados, pero en la cara del fulano adolorido se reveló un gesto de pánico que casi le cambia el color de los cabellos. 
Al verlo, el jefe del grupo soltó una sonrisa que no pudo ocultar, y agarrando un teléfono que estaba en la mesa adyacente, dijo: 
-Es comprensible lo que dice, voy hacer una llamada, ¿Puedo?
Apenas tomó el aparato Kurlo lo detuvo con un gesto rápido. 
-No, ese no- dijo - Es solo para insultos…perdón, lo puede usar, si va a insultar a alguien… 
Sin atinar a comprender lo que quería decir aquello, los presentes lo miraron extrañados. Pero al instante se los aclaró: 
-Miren, esta no es una casa normal, aquí las cosas se hacen de manera distinta, pero estrictamente ajustadas a la lógica y a los principios de la ciencia. Tengo como norma no asumir riesgos ni equivocarme. Por si no lo saben, el sonido es algo físico como todo lo que existe en la naturaleza, y cuando se habla por teléfono, las ondas sonoras emitidas por la boca dejan restos de vibraciones  con el estado de ánimo que teníamos al hacer esa llamada las cuales se quedan incrustadas al aparato. Al realizar la siguiente, muchos de esos residuos energéticos se pegan en la voz y le dan un tono que podría ser distinto del que queremos trasmitirle al nuevo interlocutor. Ese teléfono que ha agarrado solo lo uso para insultos, regaños o reclamos violentos, así que dígame que sentimientos va a trasmitir con su llamada y le prestaré el aparato adecuado. 
Diciendo esto, se paró, y le dio una explicación mostrándole un mueble con siete teléfonos colocados uno al lado del otro pero con algo que ligeramente les diferenciaba. 

-Este es para conversaciones de duda, este para estados de angustia, el que le sigue es para dar cariño y comprensión- Se movió un poco y prosiguió -  Este solo es para obtener beneficios, el de al lado para hablar tonterías, y el ultimo para engañar, es decir informar sobre algo falso.
Al oír aquello el hombre abrió la boca sorprendido y preguntó:
-¿Pero es cierto? ¿Eso es posible?
-Si es cierto. Lo que le dije está probado. Por eso allí se encuentran aparatos destinados a las seis formas esenciales de la relación humana. Solo puedo agregarle algo. La mayor causa de los conflictos está en conversar con alguien por un teléfono que tiene acumuladas ondas sonoras y energía de estados espirituales diferentes del que queremos comunicar- Bueno, ahora tome el que necesite.
El hombre aun sin salir de la sorpresa, contestó:
-Mire, le creo, pero vamos a dejarlo así por ahora, me cuesta asimilar lo que me ha dicho. Llamo luego, no es tan urgente.
Desde el sillón a donde lo habían dejado, el tipo de la quemada aumentó su estado de angustia pensando que debería volver a encontrarse con ese extraño personaje.
Continuará...

No hay comentarios.:

Entradas populares