Entrevista a OTROVA GOMAS (de @OtrovaGomasREAL)

Por Jaime Ballestas



Lo encontré como siempre. Solo. Sonriente y silencioso. Con más de cinco proyectos absorbiéndole la mente.  Reconozco que para mí esta entrevista era innecesaria. Hemos vivido juntos y compenetrados durante más de cincuenta y ocho años, desde que estudiábamos juntos en el Liceo Aplicación, aquel monumento a la enseñanza que había en la vieja y destruida Venezuela. Lo conocí una tarde, cuando empezaba a iniciarse en el mundo del humor escribiendo artículos jocosos para un pequeño periódico mural llamado Ariel, impulsado por la profesora Rodríguez, una extraordinaria pedagoga ya devorada por el tiempo.

Después seguimos entrelazados aunque éramos diferentes. Yo le veía demasiado audaz por los escritos. Lo que no capté en esos días, era la profunda interconexión que existe entre el pensamiento analítico y el sarcasmo, entre la filosofía y el universo de la sátira, ni en la capacidad del humor para examinar las crisis poniendo al monstruo al descubierto.  Continuamos uno al lado del otro, y cuando entré a estudiar derecho el fundó un mural: El Torturado, en el cual estuvo acompañado de Luis Britto García, quien también venía del liceo Aplicación. 

Para entonces Otrova era el bromista por excelencia: organizó happenings en la facultad, el museo del horror, falsos exámenes para los recién ingresados a la Escuela de Derecho. Recuerdo que al comienzo de las clases después de vacaciones, invertía el letrero de los baños de hombres y mujeres, creando una ruidosa confusión entre los recién llegados y los viejos usuarios, que lógicamente entraban sin mirar debido a la costumbre.  Para entonces yo me contentaba con ser político. En la juventud de URD arranqué a estudiar el complejo mundo de las estructuras sociales y disfruté el placer de arengar las multitudes.

El éxito de El Torturado hizo que Otrova fuera invitado por Miguel Otero Silva para escribir una columna en El Nacional junto con Britto, mientras yo seguía involucrado a fondo en la batalla contra Betancourt y los estudios del derecho.  Sin embargo, Otrova me prestó todo su auxilio para las columnas y el trabajo en Clarín y Pueblo, los periódicos de oposición que dirigía José Vicente Rangel, mientras que él escribía en La Pava Macha con Kotepa Delgado y otros grandes humoristas de los años sesenta. 

Vino el tiempo de las guerrillas y luego, mi partida a Budapest, que era la sede de la Federación Mundial de Juventudes, donde como Secretario General Adjunto pude conocer a fondo y pronosticar el fracaso de todos los países comunistas de la época. Para entonces nos separamos totalmente. No sé qué hizo en esos tiempos, pero dejé de verlo, hasta que, tres años después, al regresar a Venezuela, mientras trabajaba de abogado, un día regresó a sus fueros y empezó a escribir humor. Lo hizo en casi todos los periódicos y revistas que había en aquella Venezuela democrática.  Estábamos juntos pero casi no hablábamos. No había tiempo. Yo era un esclavo de doce horas de trabajo y él escribía y escribía, de noche o en las mañanas, cuando le daba tiempo. 


Fue un día, cuando terminó, El Hombre más Malo del Mundo, que ante las dificultades de edición, decidí darle el dinero y sacamos el libro juntos. Fue un éxito inesperado. Tres reediciones en apenas cuatro meses. Hoy a diez y siete de aquel momento, puedo decir que me alegra haberlo hecho. No por el resultado editorial, sino porque ha sido el libro que inició a millares de niños y de jóvenes en la lectura, desde el año 1.978 hasta algunos en esta fecha.
Ahora ha pasado el tiempo. Seguimos juntos. Yo me siento bien, pero veo que él como que está cansado. Tal vez se agotó porque escribió mucho y quiere tomarse un reposo. Siempre me decía que un escritor, a los sesenta años de escribir, indefectiblemente empieza a repetirse. Y tal vez es verdad, tiene más de once mil artículos publicados en muchos diarios y revistas del país y el extranjero, durante diez años sacó quincenalmente una página Web, ya desaparecida, y publicó diez y nueve libros entre humor y fotografía.                                                                                                                                    
Hoy, estando de paso por varias semanas en el país, volví a encontrarlo. La razón de la entrevista  es porque acaba de salir su última novela, La Cabalgata Tenebrosa, y además quiero saber cómo enfoca a un país medio destruido.

-Otrova, ¿Qué opinas de lo que hoy le ocurre a Venezuela?

-El panorama es lamentable, pero creo que los países no se destruyen completamente. Pueden estar enfermos, en estado grave, y hasta moribundos, pero son como la vida, no desaparecen. Hay una fuerza interna que les conserva vivos y permite que en un momento inesperado resurjan de la tragedia con más fuerza.  La desgracia es, que como en todos los procesos sociales el renacer puede ser lento. Venezuela fue devorada por hienas. Monstruos que le arrancaron el alma. La arruinaron, la robaron y destruyeron dos de las fuerzas más importantes para que una sociedad progrese: la familia y la juventud. El bárbaro comandante, que habría acabado al imperio Romano en menos de un siglo, lo hizo con nosotros en diez y ocho años. 
No solo destruyó la economía que lentamente surgía con dificultades, sino la hizo depender más del petróleo. Expulsó talentos, a los Summa Cum Laude, produjo la inmigración masiva de jóvenes y gerentes competentes, de capitales de inversión, técnicos de alto rango. Expropió el trabajo de toda la vida de hombres sacrificados que se levantaron de la nada. La endeudó hasta la infinitud, corrompió al ejército ya bastante enfermo, solo para sostenerse. Fue duro el golpe, porque masificó el peculado penetrando en todos los sectores. Para colmo, ya en los territorios de la muerte, que le llegó en castigo de los dioses del Olimpo, su dedo enfermo marcó como sucesor para la destrucción a un hijo de Cuba, dócil a la voluntad castrista. Además de ser el menos competente.

 -¿Lo peor que hicieron?

-Es demasiado el mal para escoger, pero podría ser el sembrar el odio en Venezuela, dar al pueblo, en lugar de enseñarle a trabajar y sobre todo regalar todas las reservas del país a otros países para que le apoyaran en la fracasada idea comunista.


- ¿Crees que es posible salir de ese mal tan desgarrador que señalas? 
-Sí. Pero tal vez no de la manera cómo piensan muchos. El más elemental análisis de lo que está ocurriendo te muestra los horrores de una dictadura. La peor, porque hasta ahora usó el disfraz de democracia. Y en la batalla contra ellas son necesarias pueblo en la calle y otras vías, además de un líder especial. Que sea carismático. Que entusiasme a las masas y no les mienta, sin descartar ninguno de los caminos que señala la Constitución y de las otras. Pero si el gobierno ya se ha abierto como dictadura, significa que quiere la guerra. Y si la desean, puedo garantizarte que esta les va a ser muy dura. 

-¿No será una vía dolorosa?

Puede ser. Pero no hay que temerle, porque las formas son muchas. Lo que es indudable, es que para el éxito, todas requieren una estrategia anormalmente inteligente. Diría que manejada no solo por políticos con aspiraciones de poder, o charlatanes y cobardes. Detrás del pueblo, y como guía, se requiere un consejo de talentos estratégicos. Una élite de imaginación e inteligencia que estructure la táctica sorpresiva y que diluya adecuadamente las dificultades que se vayan presentando. En ella debe haber novedad y tradición unidas y, la imaginación debe estar casada con la valentía. Aparte, si empieza una represalia, pasar a la clandestinidad o el manejo desde un lugar desconocido. 

-¿Cuáles serían las vías?

-Te doy un ejemplo de mínima escala. No es necesario poner bombas a la terrorista o a la guerrillera. Si a alguien le provoca puede hacerlo, es inoperante pero ese es su riesgo, mejor pensemos en mil hombres armados solo con “bombas fétidas líquidas”, pequeños cartucho plásticos más conocidos con un nombre poco elegante. Estos acaban con el sistema administrativo hasta de una gran potencia.  Para la efectividad se requiere del disfraz, los momentos adecuados, la preparación -véase en Google las múltiples maneras de fabricarlas- y sobre todo, la persistencia continua y firme para la acción. Su efecto oloroso en los centros de poder es más dañino que cien cohetes.
Adjúntale esta otra: el desgaste mental y moral del enemigo. Sin hacer daño a nadie ni violar la ley, basta poner en todas las redes sociales y repartir en volantes callejeros, la dirección donde viven los hijos y familias de los corruptos o de los motorizados armados, tanto en el país como en el extranjero. Eso, haciéndolo todos los días, por todas partes y sin fecha de parada,  actualizando los cambios, y al mismo tiempo mandando correos diarios a los padres para que acepten un diálogo serio y fructífero para restablecer la Constitución, eso es algo que produce un efecto que no lo aguanta nadie.

-¿Pero no son muchos?
 -Allí esté el secreto. Si pongo en alerta y creo preocupación a tres miembros del gobierno no pasa nada, pero si lo hago con cien de los peores responsables de la debacle puede haber un resultado. Para mí, basta que cincuenta sientan la molestia. No te olvides que no hay mayor fragilidad que la de las persona que saben que alguien quiere tomar una represalia con él. Y en especial a los que mandaron a sus hijos al extranjero, donde la indefensión es casi total. 

-Suena bien. ¿Y tienes más? 

Puedes usar un equipo de investigación financiera y de espionaje serio para determinar dónde están las cuentas, los testaferros y los montos de cada uno de los que robaron, luego, paga a gente detenida de la droga en los Estados Unidos, para que se vincule y declare dicha cuenta como propia. Los testaferros no van a poder explicar su legalidad y automáticamente los fondos quedan congelados.

- Si dices que esos ejemplos son vías de las más simples e inocuas y no delictivas ¿Cuáles pueden ser las duras?

-Tal vez sufro de una enfermedad que se capta en la mayoría de mis libros: la imaginación extrema desatada. Pero el punto importante es que no soy el único. Hay miles de personas en todos los países, en todos los rangos, profesiones y niveles que tiene mucho más, o tanto como la mía. El asunto es crear el organismo que administre esa batalla de inteligencia e imaginación contra el mal del país con el cual quieras restablecer la democracia y la honestidad administrativa.

-¿Tu andas armado?

-Claro.

-¿Que arma cargas?

-La imaginación. Una 70mm. Esa me permite tener más cartuchos que el enemigo.

- Algunas personas dicen que es mejor no hacer cambios ahora y dejar que el desastre lo manejen los que lo crearon, porque como se encuentra Venezuela es prácticamente ingobernable. ¿Tú lo crees?

-No lo creo. Venezuela se salva si sale de la rosca que gobierna y entra un grupo unido que entre miles, resuelva tres problemas básicos: primero, recuperar a PDVSA, eso toma uno o dos años asociándola a las grandes empresas petroleras que tienen la tecnología y el dinero que la pondría a producir hasta el doble. Segundo, cambiar las leyes penales: yo podría darte entre diez y veinte formas de acabar con la delincuencia en el país, pero lo más importante, es establecer la pena de muerte para crímenes abominables como en Estados Unidos, China y muchos otros países, y además, eliminar las cárceles actuales, esos Club de baile delictivos que tiene montada la Reina de los Pranes. 

-¿Cómo?

En su lugar se deben abrir cárceles agrarias y escuelas técnicas. Las penas mínimas serían de diez años trabajando y aprendiendo agricultura o habilidades para mantenerse y guardar su pensión para la vejez. Al mismo tiempo educarlos. Se establecería el Servicio Educativo Carcelario, en el que toda persona culta podrá dar clases que ayuden a formar la moral en esos criminales. En veinte años tienes otra Venezuela. La tercera medida es abrir y liberar la economía. Si mañana, con el hampa reducida al nivel cero, como lo hizo el Gobernador Guliani en Nueva York -entonces la capital americana de la delincuencia- tu permites que se instalen, por puro ejemplo, tres fábricas de papel toilette para que produzcan a su gusto, con el único peso del impuesto sobre la renta y unas razonables leyes laborales, en dos meses bajan los precios, el papel se acumula en montañas en los estantes del mercado, y desaparecen las colas de gente desesperada.

-¿No habría otras cosas importantes?

-Muchas, demasiadas diría yo, está el implantar un cambio total en el sistema educativo a todos los niveles, la limpieza del poder judicial, el juicio moral colectivo a las rectoras del CNE, pero entre las más importantes modificar la Constitución y pasarnos a un régimen parlamentario. Es insólito que cuarenta millones de personas de un país, sufran, se arruinen o mueran por los caprichos de un presidente – que puede ser un loco, un delincuente o un demonio- y la rosca que le sigue. Prefiero a un primer ministro al que puede revocar el parlamento apenas se le ocurra una desfachatez. 

-¿Es posible que, como dijo la Canciller venezolana en la ONU, el capitalismo acabe  con los países?

-Claro. Tiene toda la razón, fíjate como el capitalismo salvaje de los millonarios del chavismo acabó con Venezuela. Lástima que ella crea que todavía existe el muro de Berlín, la URSS y que a China la gobierna Mao. Para mí, que se droga masticando anime mojado en kerosene o bebe chicha con creolina. Menos mal que al menos cuenta con el apoyo de Mercosur. Me da lástima, al igual que todos esos mensajeros que manda el gobierno a todas partes para que digan que aquí no falta nada y la gente se burla de ellos sin que puedan ocultar la vergüenza. Bueno, para eso es que les pagan.

-Hablando del nuevo libro, La Cabalgata Tenebrosa,  cuando vi lo que escribías me sentí preocupado. ¿No piensas que es un libro medio subversivo?

-En absoluto. Es una vía surrealista para acabar con la corrupción que se apoderó del mundo. En un estudio sobre los países en donde esta no domina en los gobiernos, se determinó que apenas hay ocho seguros y tres posibles. Todos los demás están enfermos con esa plaga. La Cabalgata Tenebrosa lo que pone sobre la mesa, es la necesidad de establecer una pena extrema en todos los casos de corrupción. El asesino por encargo, que es el héroe de la novela, es un hombre justo, incapaz de una aberración criminal contra inocentes. Todas las ejecuciones de los delincuentes son para obligar a los otros corrutos a devolver lo robado o sufrir iguales consecuencias. Creo que siempre debe darse a los criminales la posibilidad de arrepentirse y ser perdonados.  Eso queda claro en el libro, y el toque humano que conlleva es la parte satisfactoria.

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