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¿Entradas para los toros? Fácil y sencillo.

Por fin ha llegado ese momento tan esperado.

¿El de nuestra primera cita? Puede ser, pero no me refiero específicamente a eso.

¿El nacimiento de nuestro primer hijo? Eso es, sin duda, maravilloso y bonito, pero no conlleva la excitación contenida de la que pretendo hablar.

¿Una reunión con esos amigos que hace mucho tiempo que no vemos y con los cuales nos vamos a divertir en un evento multitudinario que nos gusta a todos? Pues puede que sí.

Aunque ese evento, todo sea dicho, se puede disfrutar también en solitario o con la familia, siempre que se planifique el momento en el que vamos con inteligencia.

Y aquí reside el problema, puesto que, para asistir a cualquier evento importante por el cual haya que pagar, antes es necesario planificar bien la semana del año en cuestión. ¿Qué pasa si el jefe nos reclama para hacer alguna cosa importante y trascendental justo en esa semana? ¿Afectará a nuestra asistencia al evento el hecho de no poder tomarnos unas vacaciones? ¿Estaremos demasiado cansados para disfrutarlo en condiciones aún pudiendo ir?

Preguntas, preguntas y preguntas, pero la respuesta no llega. Solo una: el evento. Los más inteligentes, o aquellos que realmente sientan pasión por él, habrán adivinado que me refiero a los toros; y sí, normalmente las plazas de toros, en la temporada en cuestión, se abarrotan de fieles que han sabido comprarse con antelación su entrada. 

Pero, como ya he dicho, las entradas para los toros no dejan de ser el menor de nuestros problemas, sobre todo porque la Internet rebosa de páginas web en las cuales podemos comprar dichas entradas no solo a buen precio en cuanto a los gastos extra de la compra online, sino también con comodidad gracias a la mejor interfaz de compra de entradas virtual que existe. No: el problema sigue siendo, y no me gustaría repetirme, el tiempo. Porque seamos sinceros: es deprimente que Internet nos brinde tantas facilidades para adquirir las entradas para presenciar el espectáculo del toreo que necesitamos pero que nuestro trabajo no nos permita asistir.

Mi consejo es sencillo: planifiquen bien y, si prevén que el jefe puede necesitarles en el último momento, hagan lo que sea para adelantar el trabajo y convencerle de que no son necesarios durante esa semana de vacaciones (pero sí el resto del año, hay jefes que son muy literales y ven lo que creen y no lo que deben). Merecerá la pena. Porque luego se verá recompensado con el broche de oro: una cerveza con los amigos o los familiares.

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