He visitado la “Tierra del
Sol Amada” y me consta que el sol la ama tanto que no le deja ir y que cuando
llega la noche y el Zulia relampaguea, el calor sigue igual como en el día. Aunque
es la ciudad más fría de Venezuela ya que donde te metas hay un aire
acondicionado que re refresca como sí te comieras un paquete de Hall’s
mentoliptus completo y lo aguantaras en la jeta.
Maracaibo es toda una nota
turística que me falta mucho por recorrer. Cuando uno llega en bus –al menos
desde mi Maracay-, el recorrido por el puente Rafael Urdaneta sobre el Lago de
Maracaibo o “Gran Coquivacoa” es todo un deleite. El brillo de los primeros
rayos del sol encima de las serenas aguas te reciben y te llenan de luz los ojos.
Lo malo es el que está al lado tuyo y quería seguir durmiendo, que te manda a
cerrar la cortina. Pero uno no le hace caso, estás viendo el espectáculo
turístico y social del Zulia, su puente.
La llegada a la ciudad es
verla radiante, vibrante, con calles amplias pero aun así llenas de carros a
full velocidad para ir a trabajar o que vienen de su trabajo nocturno en las
empresas públicas o nacionales y van a dormir con su aire acondicionado en su
casa, sí su mujer no los bota porque llegan con olor a una cerveza que se han
tomado “pa’la calor”, hasta antes de desayunar.
He estado en el Museo de
Arte Contemporáneo del Zulia, en el Teatro Lía Bermúdez (que antes era un
mercado de goajiros, creo que me explicaron) y en el restaurante “Suelo Zuliano”.
Y en los tres llegue a ver la historia del Zulia en sus paredes, desde lo más
prehistórico y analítico, hasta el valor de sus símbolos musicales, deportivos
y del espectáculo.
Soy graduado de la UNICA
(Universidad Cecilio Acosta) y en la vía se consigue lo que deberían considerar
como una de las comidas típicas de Venezuela, que no son más que las empanadas de trigo horneadas rellenas con
queso de vaca cebú con puré de papas. ¡Único lugar de Venezuela que las tiene!,
y que me ha costado reproducir en sabor y gusto en casa.
Porque el Zulia tiene lo
suyo en comidas y bebidas. Su propia sazón para la hallaca y la arepa, así como
dije de las empanadas. Le dan un toque exclusivo al café así sea el más
sencillo. El Perico para las arepas es más sabroso que en el resto del país.
Los almuerzos y cenas son
igual de deliciosos sí son con sus célebre Chivo en Coco. Hacen un pasticho a
la manera tradicional y otro que es mejor y que llena más llamado “Pasticho de
Macarrones”, que lo recomiendo con los ojos cerrados y la boca abierta y
mascando.
Entremezclo la comida con
la visita por la simple razón que por donde uno pasa, algo quiere comer y
probar. Maracaibo está repleta de historia y buen gusto, toda el Zulia por
igual, sea Cabimas, Lagunillas o El Moján, por donde andes vas a estar
radiante, no sólo de sol, sino de buenas vibras, mucho que ver (hasta lo que
ellos maximizan) y de buen comer.
Por donde hay buena comida,
hay bastantes visitas, de eso no les quede duda. Y sí visitan la Basílica de Nuestra Señora de Chiquinquirá, verán cómo se les llena el alma de gozo, fe y esperanza. El alimento para el amor y la unión pues, ¡mollejúo!
Y sí se montan en el
tranvía y hacen el recorrido turístico con explicación interactiva, Maracaibo
se les va a meter por los poros de donde les está saliendo el chorro de sudor y
les gustará. Prueben los famosos cepillados que bien ricos y con sabor hasta el
final hay y también las bolsitas de agua fresca con hojas de cayena. Quitan la
sed como la cerveza de allá.
Ir a Maracaibo es estar en
donde nace Venezuela y donde muere el día. Pese a lo golpeada que está por unos
ineptos que son villanos, Maracaibo que las ha pasado feas, resurgirá.
Argenis Serrano - @Periodistech o @Romantistech (en suplencia por @Humoristech)
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