Las
personas con altos cargos gerenciales, que no saben sopesar sus Objetivos profesionales y sociales,
terminan tomando malas decisiones que hacen pensar al conglomerado, ¿Cómo llegó
a ese cargo?, sin saber que llegó a ese cargo por ser familiar del dueño o
saberle secretos o vaya a saber usted qué aflojó.
Porque
las malas decisiones de los adolescentes se comprenden ya que son parte de su
proceso constructivo y uno que otro susto menor va forjando el carácter.
Pero
ser adulto, tener un cargo gerencial y hacer cosas que le salen del forro de la
gana, en vez de utilizar estrategias, para luego estar chillando como chivo recién
nacido porque se equivocó en los procedimiento, debería ser meritorio de
azotarlo con una toalla húmeda, que no deja huellas por fuera y los revienta
por dentro.
De
esos malos gerentes están llenos los ministerios, alcaldías, empresas privadas,
negocios y algunos hogares donde se gastan el dinero en alcohol o hacerse las
uñas y son los demás los que pagan sus malas decisiones, incluso porque ellos echan
un camión de tierra a los inocentes y los ponen en apuros, para salvarse.
Algunas malas decisiones en el área gerencial
Tener
un gerente que sea maquillista en vez de un buen contador. El maquillaje se
chorrea y cuando cae una auditoría, el desmanche les va a develar la car de ladrones
y estafadores que poseen.
Quieren
hacer que uno pague las malas decisiones de los padres que ellos tuvieron, como
sí uno conoció o indujo a sus padres a cometer errores, como el principal: dejarles
nacer.
Las malas decisiones de la vida derivan también de la envidia, el resentimiento y la estupidez. Y hay muchos gerentes que se regodean en ello porque son gente insegura que lo único que tienen son cargo, sueldo y lo que les queda por debajo de la mesa, pero vida, no tienen.
Las
malas decisiones de empresas de dejar a los empleados más genuflexos y salir de
los que son más organizados, incluso saliéndose de las reglas para que éstas se
mejoren, terminan siempre en empresas quebradas o rayadas ante el público o que
dejaron de tener la magia que poseían, para luego andar llorando en las
reuniones de consejo, preguntándose, ¿Qué nos pasó? Y concluyendo, que algún
empleado despedido dejó un pollo descabezado enterrado en alguna parte y ese
hechizo no les permite levantar cabeza.
Tomar
malas decisiones financieras es como que una frecuente de cualquier cargo gerencial
como de persona común.
Pero,
¡Vamos!, sí en vez de invertir en la formación de los empleados y/o en su
recreación, inviertes en comprar zapatos de marca y asientos reclinables para los
directivos de la compañía y a los empleados les colocas cámaras de seguridad
con audio y letreros de “TE ESTAMOS VIGILANDO”,
obviamente que además de perder el dinero que tienes, vas a dejar de generar
(salvo con los empleados lame suelas, esos más bien saludan a la cámara y le
rezan al letrero).
Salvarse de malas decisiones
Sabemos
que todos vamos a fallar, pero bajarle el grado y frecuencia es lo más humano a
hacer.
Las
simulaciones se pueden hacer con lápiz y papel, no es necesario un aparato de
realidad virtual o generador de hologramas.
Deducir,
¿Qué podemos comprar, mejorar y cómo podemos colaborar con nuestros empleados?,
debería ser una constante para que se transforme en un círculo vicioso sin
vicio para que la empresa, funcione.
¡Ah,
pero sí te gusta que te alaben y tienes normas que no sirven para nada o que te
las saltas a placer, púdrete de una vez!, porque de seguro tomarás malas
decisiones que sólo las acompañarán los ineptos y resignados y que de seguro,
te llevarán a lugares insospechados, casi siempre llenos de barrotes y de otros
sujetos que tomaron malas decisiones, por ser como tú, que te crees mejor que
los demás y no sabes gerenciar, sino oprimir y echar flechas al aire.
Con
cariño a quienes tienen pérdidas de todo tipo, por sus soperútanas malas
decisiones.
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