CANTINFLAS Y TÍO SIMÓN
Cantinflas: 12/08/1911 – Tío Simón: 08/08/1928.
Dos hombres, el mexicano nacido en ciudad y revestido de pueblo amando a su ciudad; el venezolano, nacido en un pueblo y revestido de ciudad sin perder la esencia de su pueblo. Porque el lugar natal se lleva en el corazón como el inicio de la historia que escribimos. De allí emergen las anécdotas, las risas, los aprendizajes e inspiraciones.
Sus pasos por la vida fueron signados por el caracterizar y demostrar carácter, ante los avatares del destino, esos que de la base humilde y el salir a la calle desde temprano a luchar por la familia y la vida. Caracterizaron en cada rol desempeñado, la búsqueda de un futuro mejor, de demostrar su talento, de no decaer ante lo que no ocurrió. Eso es ser feliz a futuro y por ende, hacer felices a los demás.
Soñadores por demás, de igualdad y respeto, utopías que jamás dejaron de defender a su modo, entre versos, ejemplos y acciones. Así son los corazones de quienes aman a la vida de verdad.
Humildad, porque la fama no es olvidar lo vivido, sino tener las herramientas para ayudar a otros a que las superen sin tenerlas tan cuesta arriba. Que lo que se veía en pantalla, fuera el día a día.
Risas, porque el humor entre películas, canciones, gestos y demás actuaciones, se volvían su medio de comunicación, por algo son un sello sus sonrisas afables, las referencias bibliográficas o en el diccionario para uno y en los pentagramas universales para el otro.
Amores, esos que inspiraron sus momentos, les dieron prole para amar y expresar al mundo, que llevaron el legado con su personalidad. No hay canto ni actuación sin amor ni musa y ellos, la tuvieron de sí mismos, familia y de quienes a su vida llegaron para quedarse.
El Chato Simón, conocido así en el humor; Cantinflas lo usó en una película (Ni Sangre ni Arena). ¿Coincidencia?, posiblemente, pero los destinos se entrelazan y se escriben al unísono, aunque los veamos individuales. Esos dos Chatos, fueron a la larga las referencias de sus pueblos para la verdadera esencia del noble mexicano y la espiritualidad ejemplar de la venezolanidad.
Sus vidas privadas recubiertas por sus vidas públicas se vieron siempre respetadas, porque cuando eso se grangea, hasta los más fuertes enemigos –que no se ganan, se buscan ellos solos-, terminan cediendo, respetando y callando ante quienes tienen personalidad, historia y espontaneidad para el bien.
Con humor y canto, con sentimiento y apoyo, con respeto y firmeza, con entrega y pasión, con humildad ejemplar. De allí nace el humor que no muere al irse la persona, es un legado que traspasará generaciones y quedara como referencia tal cual leemos de Platón o Confucio, de Poe o Mozart y de más seres que hicieron del siglo que les tocó vivir, un siglo inmortal.
Cuánta falta nos hacen con vida, Moreno y Díaz. Pero desde el cielo donde hacen reír y cantar al Señor, bailar a los ángeles con pasos raros de pantalones caídos y enseñar a los serafines el cambur pintón del cuatro venezolano de seguro ven a sus países y esperan que entiendan que hay que desenredar el mensaje cantinflérico falso de quienes ahora lo hablan y sacar de cada tonada la musa para no decaer.
Vayan pues Simón en el Caballo Viejo a la usanza del Quijote, mientras Mario va de nuevo interpretando a Sancho Panza por los cielos en un burrito que al trote demuestra que los pequeños y los grandes son iguales, van juntos y tienen mucho que dar en el camino por andar.
Perdonen lo poco, para quienes siguen valiendo mucho.
Lcdo. Argenis R. Garnica Serrano
@Humoristech
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