Cuando una mujer te
dice “no vamos para ningún lado”, es que no tienes dinero y ella tiene
necesidades, gustos y deseos que no puede cumplir porque tampoco tiene dinero.
Es casi igual que
aquella frase de “tenemos que hablar”, donde sólo uno habla y el otro se está
aguantando los mocos y buscando qué hizo de malo, muchas veces porque no sabe o
está seguro de no haber hecho algo malo y otras veces reconoce que hizo algo
malo al doble, pero que lo hizo y no lo supo disimular.
Toca resolver para que no te vuelva a suceder
La forma de evitar que
una mujer no te diga “no vamos para ningún lado” no siempre es dejar de hacer
las cosas mal; primero porque eres un ser humano y segundo porque igual vas a
hacer las cosas mal, eres hombre.
Para poder dejar de ser
víctima de una de las tantas frases asesinas de las mujeres, incluidas el “yo
te quiero como un amigo”, “nunca conocerás a otra como yo”, “te voy a cortar
con este pico de botella”, lo más propicio es comprarse una muñeca sexual y así alejarse de todas
aquellas que te quieren hacer mal cuando tú en tus buenas intenciones y
corazón, siempre te salen las cosas mal.
Las muñecas sexuales
jamás te van a terminar con frases crudas y echándote la culpa de todo lo que
su falta de empoderamiento les hace lograr.
De hecho, tú serás
quien le diga a tu sex doll, “no vamos para ningún lado”, refiriéndose a que
ese fin de semana largo, van a estar no más dándole al songorocosongo día y
noche sin queja alguna, salvo aquellas programadas si tu muñeca sexual es una
con inteligencia artificial y/o programación con voz, para que gima y te diga
un montón de frases tanto pregrabadas como aprendidas por la interacción.
Habrás salido de un
pesaroso y vergonzoso problema provocado por una mujer que realmente no te
quiere, que no es la mujer del proceso y que realmente no te merece. El máximo
riesgo es que le cojas el gustico al asunto y sólo te quedes con tu muñeca
sexual día y noche, olvidándote de todo lo demás.
Así que, como
advertencia, piénsala a ella (a la sex doll) como a un yesquero, un químico
para desinfectar o polvo de oro, con aquello del “manéjese con cuidado”, porque
si te mal acostumbras, como sociedad no vamos para ningún lado.
Cuando la mujer debe decir “no vamos para ningún lado”
Mención especial a esas
mujeres libres que han salido del yugo de hombres indefinidos, hostiles y no
bien gestados (dícese, mal paridos) y que han hecho la transición hacia los muñecos sexuales para tener un
compañero para el songorocosongo, para poder charlar, en quién recostarse y que
les diga (en su mente), que ese color de uñas les queda bien o que su
emprendimiento va por buen camino.
Esas mujeres son
capaces de decirle a su sex doll, “no vamos para ningún lado” y ser ellas las
que decidan cuándo, dónde y cuánto placer recibir y en qué forma, siempre
centradas porque aunque tengan antojos, no pierden la finura, especialmente
cuando tienen un muñeco sexual que está bajo su control.
Así, los domingos y
días de fiesta en que su expareja decidía a dónde ir y con quiénes estar sin
consultar y casi que obligados, habrán terminado. La mujer ahora tiene un
muñeco sexual al cuál decirle “no vamos para ningún lado” y este lo va a
cumplir ciega y mudamente, porque no va a replicar ni chistar.
El fin del “no vamos para ningún lado”
A menos de que el
contexto sea quedarse en la cama de agarrón y maratón de songorocosongo juntos
y también revueltos, no hay contexto sano en el que la expresión “no vamos para
ningún lado” tenga cabida.
Incluso cuando lo
decimos por la situación del país, el “no vamos para ningún lado” puede llegar
a ser algo positivo, sino motivo de preocupación.
Lo malo es que las
muñecas sexuales y muñecos sexuales no pueden ayudarnos en materia de economía,
ni siquiera interponiéndose para que la situación no nos siga cogiendo a todos
por igual.
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