Supe que ella no era la ideal para mí, luego que le dije todo lo que haríamos en nuestra cama. Su cambio de la emoción a la furia en micras de segundo, serían un castigo perpetuo para mí, que quise estar por siempre a su lado. Pero con toxicidades, no.
Les explico. Primero le compré una cama
balinesa exterior, ya que se me ocurrió que tuviésemos una cama en la
terraza, con vista a la montaña que adornaba a la casa que otrora, compré y que
sería nuestro nido de amor.
Esa cama balinesa de la marca BALI BLISS, era una joya artesanal hecha a mano por artesanos; era una pieza única a la medida y a la petición, como esa empresa ofrece a todos sus clientes por igual. Era calidad pura, por su madera maciza y aluminio resistente.
Claro, están hechas para soportar el frío, calor, salitre, lluvia, sol directo o sí alguna ardilla le da por querer roerla. Desde que comenzaron a fabricarlas en Bali, Indonesia, han estado destinadas a ser parte del paisaje y protección de sus usuarios.
En nuestra cama balinesa, encontraríamos el amor puro por ser y estar el uno para el otro. Pero no, se negó rotundamente a todas las cosas que le propuse que hiciéramos en ella desde la primera vez.
Su incomprensible, inadmisible e intratéxica actitud (ni idea de qué es intratéxica, pero necesitaba un adjetivo por la letra i), pues para mí, fue un dolor de una sola vez, que no se repetiría.
Seguro estoy que ustedes me apoyarán al ver todo aquello tan íntimo y atrevido que le dije gozáramos en nuestra cama y por lo cual, explotó su furia y me asustó, alejándome de ella.
Bueno, ella se alejó, la casa y la cama son mías. Paso a comentarles y espero sus comentarios a mí favor.
En nuestra cama
Quise que pasarnos una buena parte de nuestra vida, durmiendo, soñando, leyendo libros o el celular del otro, ver series, comer, saltar, jugar, hacer guerra de almohadas, cortarnos las uñas. En fin, hacer cosas normales peo sin que fueran aburridas, sino divertidas y locas que nos hicieran reír, sorprendernos o avergonzarnos.
Entre las ideas que tuve a bien mostrarle que hiciéramos en nuestra cama balinesa y que me valieron insultos, arañazos y mandarme a golpear con sus hermanos, estuvieron:
Hacer una fortaleza con almohadas
¿Quién no ha hecho alguna vez una fortaleza de almohadas en la cama? Era la forma de volver a nuestra infancia y sentirnos protegido y acogidos. Le dije que podíamos usar sábanas, edredones, cojines, peluches un paraguas y lo que se le ocurriera para construir el refugio y dentro de él, hacer lo que quisiéramos: leer un libro, jugar a las cartas, contar historias, hacernos cosquillas, limarle los juanetes o simplemente relajarnos, siempre con cuidado de no derrumbarlo o de que alguien nos atacara por sorpresa.
Una guerra de comida en nuestra cama
Pudimos usar cualquier cosa que tuviéramos a mano: café, galletas, chocolate, queso, fruta, helado, etc., lanzándonos la comida el uno al otro y ver quién se manchaba más. Esa forma bonita de liberarnos del estrés, reírnos y disfrutar de los sabores, no le gustó. Quizá porque luego ella tendría que limpiar la cama y la ropa, y quizás también el suelo y las paredes.
Menos mal no ocurrió. Esa violencia que manifestó me hizo intuir que me podría haber lanzado el plato y el tenedor también. Incluso tasajearme con un cucharón.
Hacernos sesiones de fotos
Esta era la idea más atrevida para hacer en nuestra cama. Incluso pensé que su malestar sería por ello, pero cuando le dije esto, se puso coqueta y atrevida, no sé por qué cambió de pronto al aplicarle que, como me gusta la fotografía y quería tener recuerdos divertidos con ella en nuestra cama, le sugería hacer una sesión de fotos usando disfraces, accesorios, filtros, luces, poses y expresiones para crear imágenes originales y graciosas de súper héroes, monstruos y personajes históricos para luego compartirlas con nuestros amigos ti. Ese lado creativo y artístico mío, al parecer la avergonzó, porque me dijo, ¡Pensé que serían otras fotos!; no imagino cuáles.
Ver maratones de series y películas en nuestra cama
Tan común el ver series o películas de comedia, terror, romance, acción, ciencia ficción, etc. por horas frente a la pantalla, parece que a ella le agotó. ¿Cómo estar con una mujer a la que no le gusta la cama para ver TV? Hubiésemos podido comentar lo que viéramos, reír, llorar, asustarnos o emocionarnos juntos. Y para tener acción (porque tanto tiempo entume), podíamos luego hidratarnos, comer algo y estirar las piernas haciendo calistenia de vez en cuando.
Al final le pregunté: Entonces, ¿Qué cosas quieres hacer en la cama?
Para mitigar su rabia e intentar recuperar lo nuestro, le pregunté que ideas tenía para hacer en nuestra cama. No dijo nada, solamente expresó que era muy tarde y que ya no habría nada porque no era nuestra, sino mía.
Prefirió callar las ideas que tenía, pero no su rencor y mala voluntad de la que me había salvado.
Y eso que faltó decirle que podíamos tejer, analizar el mercado cambiario, calcular impuestos, jugar ajedrez, practicar volteretas o llaves de judo, ya que las camas balinesas son capaces de soportar eso y mucho más.
Pero hoy, ya somos nada y me alegra. Así que apago a luz y en nuestra cama, en memoria de lo que pudo ser y no fue, comienzo a hacerme la paja en su nombre.
Argenis Serrano - @Humoristech
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