Ya es difícil soñar, porque trabajando para sobrevivir y estando tan apurados, cuando agarramos el sueño (rato después de soltar el teléfono con el que buscamos medio relajarnos), lo que soñamos es con la bruja que nos lleva. Pero pese a ello, despierto, dormido o cavilando en otras cosas, les garantizo que sueño con un país, así…
Sueño con un país (Carta Utópica a Venezuela)
Mi querida Venezuela, tú eres el lugar y el motivo, pero somos los que te habitamos los que deberíamos acomodarte y, lo reconozco y te pido perdón, porque no lo hemos logrado.
Yo, que sueño con un país donde seamos ciudadanos del mundo. En el que la tecnología, ciencia y humanismos nos llegue y nos haga ser diferentes para bien, con personalidad y sazón, pero con ese aire innovador que vemos en esos países libres y productivos que se nos muestran en TikTok o Instagram.
Donde las cosas más habituales, como la importación de coches o conciertos, no sea para lavarle el traje a quienes tienen muchas uñas para el dinero ajeno.
En el que los buenos días o rezar el Padrenuestro no sean murmullos a regañadientes, pero para decirle groserías que los equivocados comenzaron a difundir por el mundo, alegando que son nuestra chispa y personalidad venezolana, se dan a gritos y diez veces en una oración de 12 palabras (los que dicen marica o mamahuevo, eso lo serán ustedes, marginales).
Sueño con un país en el que no se grite para obtener la atención que en sus casas parece que no reciben. Porque así se grite “Moral y Luces son nuestras primeras necesidades”, gritar por cualquier motivo en lugres u horarios inconvenientes para la mayoría, está mal.
Quisiera que la buena música, esa que refleja lo mejor o más pícaro pero con originalidad de nuestro ser, sea la que abarque cualquier lugar del país en los géneros que no son ruidos destruye neuronas. Y que no lo pongan a todo volumen a la hora que les sale del forro de la gana. Que se usen más auriculares o música para sus hogares, no para la cuadra entera.
Sueño con un país con menos impuestos, pero que todos los paguemos para que así cumplamos con dicho deber, se nos cumplan nuestros derechos. Que se note lo que pagamos y que la gente sepa exigir, porque hay algunos que por el hecho de pagar, toman un papel de déspotas que les hace valer nada como humanos.
Quiero que tanto en el periodismo como en los problemas laborales y/o familiares, se le pregunte a la contraparte su opinión o versión de los hechos antes de emitir juicios o parcializarse. Así se dejara de sembrar cizaña y se permitirá a la gente decidir en base a los argumentos y no a la manipulación unilateral.
Sueño con un país en el que los pacientes no deban llegar 6 horas antes a ver sí les atienden. Y que haya más de un banco de sangre que trabaje diurno para que a nadie se le atrase una operación por ello. Que haya insumos y buena disposición del personal.
Deseo que la gente realmente sepa lo que es la solvencia y mejoras en su vida socioeconómica. Para que no aspire riquezas, sino costear lo que necesita, quiere y merece en base a su esfuerzo. Y que se le ayude cuando lo requiera, no que se le mantenga para que sea un acolito más.
Sueño con un país donde lo que sea público no implique que sea deficiente, sino que los impuestos y la buena gerencia, lo hagan lo más eficaz posible o al menos, atienda lo primordial de primera línea. Y que a los funcionarios se les pague bien, para que no le pidan o exijan a las personas cosas o fajos para hacer su trabajo o ver a un lado.
Que en esta patria y nación grande, nunca jamás se vuelva a usar el poder para intimidar, sea del dinero, judicial o la fuerza física o de las armas. Que nadie levante un puño con ira, mire como un matón y menos, se quite una vida.
Sueno con un país donde por expresarse correctamente, la gente no lo tome como motivo de burla. Y quien se exprese incorrectamente, entienda sin ofenderse su situación y corrija. Elevar la educación, cívica, buenas costumbres, las normas del buen oyente y el buen hablante y vestirse para el éxito, no sea conflicto, sino una de las fases de crecer.
Que las personas se animen a caminar por su derecha de uno en fondo, que no interrumpan el tránsito cerrando las calles más estrechas nada más porque les salió del forro de la gabardina. Que respeten el semáforo, el rayado peatonal y todo lo que haga que haya menos soberbia y accidentes o tropiezos viales.
Sueño con un país donde haya menos temor a decir la verdad y a escucharla, sin que dicha verdad sea “la mía”, sino la cruda verdad, dicha sin saña, pero que ayude a remecer para reflexionar.
En la que los políticos, deportistas, artistas o docentes o cualquier profesional cuestionado o con fallas sepa poner a un lado y darles paso a otros, hacer mea culpa o demostrar su inocencia sin mojarle la mano a nadie. En fin, que predique con un ejemplo moral perceptible y estoico.
Sueño con un país donde se entienda que imprimir dinero (físico o virtual) es aumentar la inflación y que los regalos sólo deben ser en las fiestas o por los logros o por cariño y no para comprar adhesiones con cosas que irán en detrimento de otros; que toda persona laborante, estudiante o jubilada, guste más de los bonos por producción que por adhesión.
Quiero que la tecnología ecológica nos invada. Para gozar de lo bueno, pero no contaminar más, porque la basura se genera más que las buenas ideas, lamentablemente. Y además, que la gente ponga la basura en su lugar.
Sueño con un país donde el despilfarrar menos no sea tacañería, sino estrategia. Así se acabarán los que lavan aceras con cientos de litros de agua, pudiendo usar unas gotas y barrer.
Necesito que en mi país se acabe el yo primero, yo segundo y yo tercero, para que los individualismos dejen de formar gente gregaria, pedante y prepotente. Claro, tampoco quiero que la gente deje de pensar en sí, pero que sea más equilibrada.
Sueño con un país donde la garantía de ir sentados en el bus se mantenga al tope todos los días. Que no haya colectores libidinosos y patanes o confianzudos y fluidez en el servicio, con precios matemáticamente justos para las partes involucradas en el uso del transporte público.
Que se acabe el “cóbrale más” a quien tiene buenas entradas de dinero; o se le cobre por el físico. Y que aunque sean familia o amigos, den un pago al menos simbólico, por lo que hace y por lo que sabe, ya que el hacer y saber, vale.
Sueño con un país en el que sí te piden cosas prestadas, que te las devuelvan. Sí se les rompen o pierden, las repongan. En el caso de pedir prestado dinero, pagarlo y/o negociar el pago o decir que no pueden por motivos reales y sinceros. Que no tomen el camino de dejar de hablarle a la gente para así no pagarle o mal ponerlos ante los demás por cobrar lo que es suyo.
Yo cada día sueño con un país así, para que influya en la vida cotidiana, en la programación de la televisión (que es tan cuestionable toda actualmente), mejore la música, el tránsito, las compras, la convivencia y el aprendizaje.
Es el deseo que no muere y que espero ver antes de morir dentro de los próximos 51 años.
Y sabes bien, Venezuela, que esos sueños nos mejoran a todos y por ende, a ti. Porque el efecto dominó y el efecto mariposa de las cosas buenas, son las que terminan mejorando y haciendo únicos a los países.
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