Uno de
los mejores engaños útiles y no destinados para ello en el mundo, es el fulano Mensaje a García. Y es que en la
mayoría de las ocasiones (9 de 10 según cálculos que estoy inventado a ver si
los pego), la gente termina metiendo la pata.
La premisa
va más o menos así “El soldado X debía llevar un mensaje a García que estaba en
el lugar Y, por lo que Z le dio la orden sin dirección”. Desde todo punto de
vista, el problema era matemático, ya que Z quería despejar a X, por lo que lo
mandó a esa locura, pudiendo enviar un mensaje en Morse o con una paloma
mensajera.
Y la
gente se agarra la frase “El Mensaje a García”, como algo trascendental. Hay que
cumplir la meta a como sea, poniéndosela uno difícil mientras ellos están tan
cómodos.
¿No te
pueden dar una dirección al menos?, ¿el lugar a donde va no tiene un punto de
referencia o se le puede preguntar a la señora Petronia la bizca, que lo sabe
todo?
Es duro
ir con esa salvajada de enviar a alguien a preguntar ¿usted es García?, ante cualquier
puerta de casa, bar, tugurio o cárcel militar, buscando que ante esa
interrogante ¿usted es García?, te respondan ¡el que te coge to’ los días!; de allí
surgen los muertos y los heridos.
El ¡háblame
claro!, que dicen en tono malandro los jóvenes y muchos adultos que se la
quieren dar de populares, es la expresión idónea para que uno no se vaya por
allí dando tumbos preguntando por alguien o buscando algo, so pena que le
recuesten el madrugador o le revienten la máquina de hacer churros, aparte de
robado, por estar dando tumbos al cumplir las directrices de alguien que no te
habló con propiedad.
Sería
muy sabroso que nos dieran al menos el Norte y uno por allí se guía;
conseguirse un baqueano del cual ir detrás manque te pierdas, pero con
verdadera orientación.
Si a uno
no le dicen las cosas como son, termina perdido, inconcluso, casi de Chopin en
la vida diaria. Sí vas a llevar un mensaje útil, éste se vuelve inútil si no
llega o se lo entregas a alguien. Están también los que botan piedra y lanzan
el mensaje a unos perros para que se lo coman y lo meen.
No puedo
terminar de imaginarme el que salgamos a lo ciego, buscando un objetivo. Eso es
como lavar un baño hediondo a orina, con más miao. Todo queda igual. Es mejor
dar un estimado de a dónde vas, con qué te vas a enfrentar, si pega frío;
también describir a García, porque a lo mejor es un hombre con cabeza de
coliflor y tú buscas un calvito porque los García que tu conocías, eran calvos.
Cualquier cosa se piensa y es difícil que se atine.
Pues,
con ésta mis amigos, les digo de forma clara que “El Mensaje a García”, que entre
todos debemos llevar, no está claro, aunque sí, pero no, porque lo están
cambiando y hay mucha barrera en la calle y demasiado bruto con ganas de quitártelo.
Por eso como que es mejor ir a preguntarle al remitente ¿cuál es la dirección
del destinatario, cómo es el objetivo y acláreme bien lo que debo decir?, ¡porque
de plano que el mensaje se tergiversó en alguna parte, huyendo de los lugareños
de los lugares donde me metí por error, ya que en ellos García, no estaba!
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