La ajedrecista que me comía la pieza

Siempre han dicho que las personas tranquilas y calladas, son las más peligrosas cuando explotan. No sólo en la rabia, sino en la pasión.


Recuerdo a esa chica que era de la selección de Ajedrez del estado. Yo la trataba como una verdadera dama y le daba en la torre cuando me daba la gana. Me enseñó a mover mi pieza y colocarla en el escaque justo.


En el tablero de su cama (sí, sábana a cuadros negros y blancos, muy original) Me dejaba jugar con sus blancas. O sea, yo movía primero. Pero eran sus movimientos los que me apresuraban y me obligaban a coronar. Ella era mañosa, y coronaba junto conmigo. Quedábamos tablas.


Esa partida la jugamos varias veces; cuando yo movía mi alfil, ella como caball...yegua, mejor dicho, relinchaba de placer.


Era un juego muy entretenido. A veces me sorprendía con una estrategia muy rara y se lanzaba sobre mí diciendo: "Reina toma a Rey y da Jaque Mate". Yo no sé aún sí eso es válido, pero a los fines, me parecía la jugada ideal.


Era una jugadora con un tablero muy amplio. 64 cuadros movía cual odalisca. Y saltaba al cuadro 69 (sí, apropiado al juego sexy, no al ajedrecístico, cosa que en realidad no me importaba).


Yo era un peón en su torre...digo, en su apartamento. Le llevaba todo porque sí no, el ajedrez podía ser mortal como el que jugaron Harry, Ron y Hermione buscando la piedra filosofal.


A veces, el juego era contra reloj. Había que hacer los movimientos apurados y dar jaque mate antes de que llegaran el rey y la reina de su casa. Ella era la hija única. Pero todos eran match de felicidad.


Pero luego, se fue con otro que al parecer le hacía mejor el enroque, le calculaba mejor la jugada. Yo agarré un peón propio del despecho y la olvidé.


Prometí sólo jugar a las Damas Chinas, o sea, las que no andan vestidas. Pero esa promesa ha sido truncada por no conseguir una buena compañera de juego, lo que me ha obligado a tener "una buena mano, para el yo-yo".

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