Edicto-Real de los Viernes: "Misión AutoGol"

"Brinca talanquera, yo ya la brinqué, bríncala de nuevo, yo ya te ensarté". Más o menos así no dice la canción, pero es lo que se nota ahora en Venezuela: Brincar de un lado a otro por conveniencia. La talanquera es ahora de alambre de púas y a más de uno se le están atorando las bolas allí al saltarlas. Teoría demostrada porque al declarar y actuar, se nota que no tienen.

Así como aquel sujeto que como en su casa le piden atención y dedicación, se va a donde la mujer que sólo por un mercado y aguardiente le ofrece el chuqui-chuqui que le interesa, ya que no piensa en otra cosa, en especial en lo importante. Y cuando se le acaba la medio plata que consigue en su flojera, vuelve como el perro arrepentido ante su esposa que está en el deber de mandarlo al ñoco de la drema.

Esos que tienen las convicciones en base a su cuota de poder, no se les puede perder el ojo y a su vez, no hay que pararles bola ya que ellos se empantanan solitos y luego sólo en sus casas los conocen y los tratan de tú. El día de su funeral, aparece su obituario en una esquinita de un diario de provincia y con el letrero "no enviar flores". 

¿Quién le va a enviar flores en vida sí lo que se quería en vida es enviarle un ramillete de dinamita?. Más uno no lo hace aunque lo piense o lo medie comente, porque no se debe perder el don de gente ante quienes ya lo perdieron. Nada duele más a un imbécil que no le sea reconocida su imbecilidad.

Esta campaña del oficialismo en Venezuela ya no es como la teoría del cisne, que pasa por el pantano y no se mancha, sino el que se mancha es el pantano. Ahora parece un bebé de un año al que le dieron un plato de caraotas o una compota para que se la comiera solito: paso a paso hace un reguero de antología, se ensucia, queda todo pegostoso y no cumple su objetivo, lo que hace perder más tiempo, cosa que ya no les queda para lavarse y volver de cero, bajo la supervisión de alguien idóneo para evitar el reguero.

Están tan confiados en viejas glorias que no oyen a la afición que les gritan "van al lado contrario", creen que se la están comiendo y meten en su equipo al que juega a lo marrano, el que patea las espinillas y el que no da pie con bola. Terminan metiéndose auto-gol y el otro equipo no es que lo celebra, pero ya entiende que está jugando contra puro bate quebrao en un equipo con un cacique que se cree el amo de la lluvia y el sol, que sin él lo que vendrán son tormentas y lanza potes de humo, que se entienden como señales de derrotado.

Así que lo que queda es seguir jugando metódicamente para que el equipo que viene con todo, sea la representación de toda Venezuela por igual, con un juego depurado, sin trucos, con clase y enfocado en llevar alegrías y victorias continuadas. El propio fair play.

Queda de cada quien si se ponen la franela del éxito, que no es más que la que usan sin obligación, no se dejan salpicar y mucho menos se dan clavados de nalga en el lodazal, sino que remontan la ola prístina y pura de los rizos del mar profundo, exótico e infinito que tenemos por delante, siempre con los pies en la aren...tierra, pero con calzado hecho en Venezuela, porque cuando calienta el sol y no te preparas, te chamuscas.

Ni muy muy, ni tan tan, todo en su justa medida y bien pensado. Y aunque esto parezca arroz con mango, sabe que es verdad...si desea entenderlo.

Hasta el próximo viernes, con otro edicto - real

Argenis Serrano

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