Me ayuda, por favor (de @OtrovaGomasReal)

Autor y foto: Jaime Ballestas "Otrova Gomas".

Yo no sé porque la gente se pone tan sumisa cuando pide ayuda para encontrar una dirección. Cada vez que me encuentro con un extraviado, la persona se me acerca con una humildad y una voz tan bajita que casi es desagradable. La forma como me pide que lo oriente es tan suave y delicada que parece un mendigo.  En varias ocasiones he visto individuos que prácticamente le ruegan al informador, con la sonrisa, al que de paso al que siempre llaman “mi pana”, “amigo”, y cosas parecidas para crear fraternidad.

Lo que no me gusta de esa actitud, es la falsedad que suele haber tras la mansedumbre. La mayoría de los que piden el auxilio en esas condiciones son personas altaneras. Groseras la más de las veces. Muchos son tipos poderosos o presumidos, que cuando no es para pedir la dirección que no encuentran, ofenden a los otros solo con sus miradas de prepotencia. Algunos son seres implacables en la vida diaria, crueles e incapaces de ayudar a nadie, pero el día del extravío citadino o en la encrucijada de una carretera, se vuelven madres, abuelas o monjas de convento.

Pero por el otro lado, también me llama la atención el crecimiento que ha tenido la actitud negativa de los consultados para dar la información. Entre estos me constan varios casos de personas que dijeron que no sabían, aunque vivían en esa calle, tenían negocios muy cerca, o ese era el lugar de encuentro frecuente con amigos. Ya lo había notado en las miradas, pero al profundizar en la pesquisa, descubrí que esa actitud desagradable era simplemente porque no querían ayudar.  Se les puede descubrir porque al decir que no saben dónde está el sitio, sus ojos pierden el brillo y un rictus de desprecio contenido les inunda el rostro. Al dar la espalda se les nota un pequeño temblor en los hombros y menean los codos hacia adentro, con ese gesto, propio de los que se niegan a hacer algo solo porque no les da la gana.

Para saber la causa de esas actitudes consulté con varios psiquíatras especialistas en conductas inmotivadas y realicé varios experimentos simulando el extravío.

La primera reunión fue con el profesor Marco Lambuzo, experto en vainas raras de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile, quien atribuye la actitud de plegaria de los extraviados al al síndrome del odio contenido. Para él el solicitante se parece a un viejo enemigo que le pidió dinero y jamás se lo devolvió.
Por su parte el profesor Michango Turk, profesor de la Cátedra de Guías Turísticos de la Universidad de Tombuctú, considera a los perdidos como idiotas natos, y a los que se niegan a dar direcciones los clasifica en seis grupos, a saber: 

1) Los Tiracos, la gente que vive por ahí pero de verdad no saben porque son unos ignorantes  2) Los chumos, que saben pero no lo dicen porque no les gustan las personas que simulan humildad cuando están perdidas 3) Los dramures,  gente que no le gusta hablar con desconocidos 4) Los estofinos, que es alguien que también está perdido 5)  Los bengas, que saben pero no lo dicen para que la gente aprenda a resolverse sola y 6) Los manunfos que saben y no lo dicen no vaya a ser que el fulano lo que va es a matar a alguien que vive en ese sitio.
Para la profesora Tramoya Montenegro de la Universidad Gradúate en Dos Días, de la Misión Ahora o Nunca, del Plan Rapidez y Pa Lante del gobierno venezolano, los extraviados, con su humildad, muestran que han regresado a sus raíces y que la dificultad les ha llevado a identificarse de nuevo con el pueblo, que como siempre vive rogando y esperando que les den algo.
 
Respecto a los que no dan la información, la experta pedagoga  bolivariana los divide en dos bandos: los que saben la dirección y los que no la saben, a los primeros los considera unos egoístas, hijos de perra, vendidos al imperialismo y agente secretos de la CIA, y a los segundos unos degenerados, que en lugar de ayudar a los demás e ir a averiguar dónde está esa dirección colaborando de una manera total y desinteresada, se van por la posición más cómoda, decir que no saben, algo ajeno a la solidaridad social que requiere el actual proceso revolucionario para vencer los intentos del gobierno norteamericano de desestabilizar a toda la región e impedir el desarrollo atómico del hermano pueblo iraní además de querer volver glotón al pueblo de Venezuela.

El último de los consultados fue el Dr. Edgar Nosferatu, de la escuela neo freudiana antiparabólica, que no nos quiso dar información, a menos que le  pagáramos la consulta. Al hacerlo, se limitó a decirnos que en realidad cada quien hace lo que hace simplemente porque le provoca.
Después de estudiar las opiniones de estos calificados expertos en problemas de extravío y negativa a la orientación y hacer consultas directas con personas perdidas y negadores a dar datos consuetudinarios, logré descubrir que el grupo predominante en Venezuela son los chumos, el segundo de la clasificación del profesor Turk, es decir la gente que se niega a ayudar porque saben que el perdido se les humilla por circunstancias pasajeras.

Para ratificar esta conclusión, probé pedir ayuda de una dirección con una  actitud altanera, totalmente opuesta a la de  la mayoría.  En el momento crítico de detener el auto junto al individuo que me podría orientar, puse una  entonación agresiva que no solo le infundió temor, sino que volvió el pedido de ayuda en una exigencia medio violenta. Cuando el tipo me insistió conque no sabía, me bajé del carro enfurecido y al sacar el gato y amenazarlo con reventárselo en la cabeza si no lo me decía, justo cuando le iba a dar el golpe, me orientó asustado con una precisión que me dejó con la boca abierta.

Definitivamente para no cometer errores en la vida uno tiene que investigar bien antes de actuar. Ahora sé cómo tengo que  manejarme un día de estos cuando de verdad me pierda, algo que de verdad lamento, porque soy de esas personas amables que sonríe cuando necesita algo e incapaces de estar amenazando a nadie.

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