Realmente es un momento embarazoso que puede no terminar de crecer. Me refiero a las ganas de ir al baño y no tener dónde por estar lejos del hogar o un área controlada. ¿Se imagina usted tan dantesca escena? Tener ganas y que los baños de los centros comerciales estén full, en los restaurantes tenga que haber consumido allí la comida que va a expulsar para que se lo presten.
Yo he vivido con ese terror toda mi vida y reconozco que he estado al filo de una esbarrancada de esas. Algunas consecuencias que he considerado, en caso de suceder (que espero no suceda), podrían ser éstas.
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Si le da y no aguanta, de seguro vendrá aguadito y le dejará la gran mancha en el pantalón o falda, peor si su ropa es blanca.
Lo calentita que sale le escurrirá hasta las medias y le darán ganas de llorar por lo engorroso del asunto.
Por más apretado que tenga el interior, nunca podrá contener eso, que de seguro y para mayor desgracia, será un torrente, no como aquellas veces en que parece que uno está estítico y apenas si hace dos peloticas parecidas a unas canicas.
La gran pregunta: ¿Cómo me voy a casa? En bus o camioneta no puede, ni parado en la puerta. Caminando, tendría que hacerlo por áreas despobladas. Si le asaltan ya no tendrá riesgo de cagarse del susto y mucho menos intentarán violarle.
Irse en taxi, esa carrera se la cobrarían al cuádruple del precio normal y hay que buscar esos carros viejos espaciosos en los cuales el taxista siempre tiene un plástico en la maleta para echarse debajo del carro cuando se le accidenta, plástico con el cual forrarán el asiento trasero y allí irá usted acostado(a).
La otra sería conseguir un alma caritativa que tenga un camión estaca, como esos que transportan chatarra y evangélicos, en los cuales si puede ir parado atrás y que la brisa generada en el camino le vaya secando el pantalón y drenando los hedores.
Luego llegar a casa sin hablar, ya que el entrar caminando con las piernas abiertas así como se para Yordano para cantar lo dirá todo. Echarse el agua encima de la ropa para quitar lo endurecido y poder sacarse el pantalón, limpiarse, ver si no le quedó algún pegoste en las piernas peludas, echarse colonia hasta decir ya basta, meter la ropa en una bolsa y prenderle candela.
A la vez que va evaluando que persona conocida le pudo haber visto o cerca de qué tiendas fue el accidente fatal, para evitar por un par de años pasar por allí y que le señalen: ¡MIREN, AQUEL/AQUELLA ES EL/LA QUE SE LE FUE EL CAPUCHINO CON UN PEDAZO DE INTESTINO¡ o ¡ACÁ VIENE LA DEL BAÑO PORTÁTIL! o la peor y más real de todas, aunque imposible de realizar para cualquiera ¡PERRO SEÑOR/A! ¡EDUQUE SU CULO!
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