Reuben Morales
Me estoy terminando de leer un libro titulado I Killed: true stories of the road from
America’s top comics, de los comediantes Ritch Shydner y Mark Schiff. En
castellano, el libro se titularía algo así como La partí: historias reales de carretera de los mejores cómicos de Norteamérica.
En éste, ambos autores se dedicaron a recopilar anécdotas cómicas, raras y
curiosas que les acontecieron a los comediantes más famosos de su tierra. Es un
libro muy divertido y, al leerlo, no pude evitar recordar aquellas anécdotas cómicas
que yo mismo he vivido como comediante en la carretera. A continuación las
comparto con ustedes.
Nunca faltan las clásicas anécdotas en donde la gente
te confunde o relaciona con otro comediante. Muchas veces me han preguntado si
soy hijo o hermano de Laureano Márquez (cosa que puedo entender porque ambos
somos altos, blancos y usamos lentes), pero lo más raro que me han dicho en
varias ocasiones es “¿Tú eres Bobby Comedia?”. La verdad no nos parecemos en
nada -salvo que comenzamos en esto prácticamente al mismo tiempo- pero si nos
pones uno al lado del otro, parecemos el gordo y el flaco. Ahora, como nombre
pegajoso que resulta ser Bobby Comedia,
imagino a gente que irá por la vida viendo comediantes y apostando cuál de
todos es el verdadero Bobby Comedia.
Cuando comencé a presentarme como “estandopero”,
formaba parte de un colectivo de comediantes llamado La Degeneración de Relevo. Recuerdo una ocasión en la que nos
presentamos en la Universidad Católica Andrés Bello. En el público de ésta, había
un señor mayor que vio todo el show y no se rio ni una sola vez. No solo eso,
sino que mantuvo una cara de molesto durante todo el espectáculo. Cuando termino,
salgo de escena y voy al camerino, le comento a Roberto Boncore –compañero
comediante de aquel entonces- sobre un “viejo de mierda que está en el público,
como en la mitad y a la izquierda, que no se ríe con nada”. Él se rio y me dijo:
“No, es que él es mi abuelo, es italiano y no habla nada de español”. Menos mal
Roberto lo tomó con humor, pues él es capoeirista y no quería imaginar cómo me
iba a dejar si se ofendía.
En otra ocasión, me tocó presentarme con Honorio
Torrealba Jr. en el sector Vuelta El Beso, del Barrio Unión de Petare. Fue con motivo
de un evento de comedia por la paz promovido por la campaña No te engoriles, del Cabildo
Metropolitano de Caracas. En un terraplén pusieron un toldo, la comunidad se
sentó allí y nosotros hicimos comedia bajo pleno sol. A medida que nos
presentábamos, veíamos que alrededor teníamos a un jíbaro, más allá a un
malandro armado y atrás de nosotros, una hermosa vista de Caracas ambientada
con un fondo sonoro de disparos. Recuerdo haber pensado: “Si los habitantes ya
están acostumbrados y no muestran miedo, yo tampoco lo haré”. Las
presentaciones estaban saliendo de maravilla, hasta que de repente sonó un
disparo mucho más cercano que los anteriores. Yo lo “ignoré”, hasta que vi a
una señora del público saltar sobre su silla. Inmediatamente pensé: “Si se
asusta ella, que vive aquí, que queda para uno”. Inmediatamente me quedé
callado, el pavor se evidenció en mi cara y volteé a ver de dónde salía el
disparo. Esto hizo que la gente se riera del turista asustado que venía al
barrio por primera vez. El ambiente se relajó y pude seguir con el show. Al
final, hasta los jíbaros y los malandros nos felicitaron. Definitivamente el
humor rompe muchas barreras y une lo humano de cada uno de nosotros.
Quien alguna vez me haya visto en mi día a día, sabe
que me caracterizo por hacer muchas muecas y tics nerviosos con mi cara. Recuerdo
que una vez me encontraba en el legendario local El Molino y regresaba del baño por un pasillo, haciendo mis
habituales muecas y un muchacho me detuvo, generándose la siguiente
conversación:
-
¿Dónde? –me dice.
-
¿Dónde qué? -respondo.
-
¿Quién? –insiste.
-
¿Quién qué? No sé de qué me
hablas.
-
¿Que quién te la vendió? Ando
pendiente.
Ahí entendí todo y asustado le dije “No, hermano, disculpa
es un tic nervioso que tengo”. Desde ese día uso bótox… no, mentira.
Por último, rescato una vez en la que nos
encontrábamos en el camerino del Centro Cultural BOD Corpbanca -antes presentar
el estreno de nuestro show Lo demás NO es
monte y culebra- cuando me dieron ganas de hacer número dos. Me metí al
baño del camerino, me dispuse a hacer lo mío y a lo lejos escuché la voz de
nuestra productora, Greisis Leal, llamándome: “Reuben, ¿dónde estás?”. “¡¡Haciendo
pupú!!”, le grito. Ella dijo “Ah, ok”. Cuando salgo y le pregunto a Greisis
para qué me llamaba, me dice: “Es que la directora del centro cultural había
bajado para darles buenos deseos en su premier, pero tú gritaste eso y ella se
quedó ponchada”. Me dio mucha pena, ¿pero acaso en los teatros no desean
mierda?
Continuará…
Fuente: www.reubenmorales.com
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