PROBLEMA DE ERECCIÓN...
Mientras uno esté
vigente, entra en vigencia y esa vigencia le hace estar vigente en el vigor,
sea natural como se quiere o ayudado.
Este
caso en particular fue tan natural como exprimirse una espinilla en la
espalda uno mismo, que es factible, pero no es cómodo, lo que lo hace hasta más
loable y merece un premio, en esta ocasión, aquello que no tiene y seguro no
tendrá, porque sí por cada erección quiere premio, vivirá para eso y no podrá
trabajar, lo que le atraerá hambre y muerte y quizá ya no bombee para que el
premio se sienta satisfecho.
Las erecciones
llegan como la brisa, como las olas, como las cagadas de paloma, en fin, cuando
uno está ocupado en otras cosas; a veces las muy jodedoras no llegan cuando se
quiere, así me han contado, estoy a 53 años todavía de que eso ocurra y ya para
esa época la medicina habrá creado nanobots que lo paren y se venderán en
farmacias. Ojalá no sea con corrientazos.
Toda esta perorata
es para contar un caso del bombeo de sangre a través de una superficie espumosa,
carnosa, de buen tamaño, peso, color y atrayente que se llama mi pene; a qué
sabe y huele, no sé, ni siquiera siendo contorsionista lo sabría porque marico
no soy.
Bueno, estaba
yo en una cita con una persona que es un
lujo de persona, de esas que quisieras guardar en un estuche a prueba del
mundo, por su bondad, dulzura, honestidad, inteligencia, carisma, pragmatismo,
solidaridad, belleza, feeling y humanidad. A ese tipo de personas que te cuesta
conocer y que perder no quieres.
Sus palabras me
tenían babieco y a su vez, reflexivo, por saber de sus cuitas y transitar
humano, ese contraste me colocaba en profunda meditación para poder contestar
lo apropiado. En fin, hasta podrían ustedes pensar que yo soy inteligente, de
lo sesudo que estaba.
El local en el que
nos citamos es espacioso, de buena comida y como ocurre en la Venezuela de hoy,
no es de atención de primera sino atención deprimente y ello se traduce en que
el área de mesas no es bien atendido y había un montón de moscas sobrevolando a
nosotros los comensales.
Como a mi cabello
le dio por deshojarse de a poquito, mi cabeza es como esas zonas donde el
narcotráfico crea sus aeropuertos clandestinos y es propicio para las moscas
las cuales me hacen sentir que no me he bañado. Yo sí me baño, cuando se puede.
Y para esa cita claro que lo hice. Pero ellas seguían aterrizando sin permiso
de la torre de control y al rato de unos 50 aterrizajes, la vaina se pone
fastidiosa.
Le solicité a mi
dama amiga que nos retiráramos y así sucedió. Como con la dieta provocada por
el régimen de maduro he perdido peso, han arreglado o “metido” (a mí no, mosca),
ruedo a los pantalones para que me queden más ajustados. Al pararme, sin yo
saberlo, tenía una erección fortísima.
El negro de
WhatsApp no podría tener una así, obviamente primero porque es gay
(investiguen) y segundo, porque sí eso se le para, toda la sangre del cuerpo se
le va a esa tercera pierna y le da un infarto.
Era notoria y yo no
quería que ella la viera, así que me moví como hacemos los hombres (o sea,
dizque astutamente para disimular algo natural que pudo ser mal interpretado),
sin atinar que una chica con su novio, que estaba frente a nosotros, me vio el
paquetote.
Ella lo vio y quedó
boquiabierta plena de deseosa picardía, para luego taparse apenada (dizque). Seguramente porque a su novio no se le
para y le da pena que otros sí tengan vigor. Estoy seguro en mi mente, que fue
eso. Eso le pasa a ella por no verme a los ojos. Para algunas mujeres soy solo
eso, un pedazo de carne que atrae.
Por fortuna la dama
con la que tuve tan hermosa cita, me ve a los ojos y al alma.
Al ver hacia otro
lado, había un chamo con cara de homosexual (y sí no era, que me disculpe, pero
debería de serlo), que me veía el bulto y abrió la boca y se saboreaba (¡¿?!).
¡ZAPE GATO, NO JILE!
Me tocó aplicar el
plan de contener la respiración, lo que es peligroso mientras caminas. Y mi
joven acompañante al verme distraído me preguntó, ¿te fastidié?, a lo que le
respondí la verdad, ¡para nada!
Y sí, es la verdad,
yo digo siempre la verdad. Allá ustedes mujeres, a ver con qué hombres
mentirosos salen. Ella no me aburrió, fueron las moscas. Pero mi distracción
era pensando en lavadoras dañadas, casas derrumbadas y el precio del dólar a
ver sí eso me lo bajaba. Y ayudó.
La virilidad no es
mala, pero es algo inoportuna y cuando se tiene algo por lo que pueden decir
las féminas ¡WOWWWWW!, más notorio es. Lo incómodo es que te lo vea un carajo y
se paladee. Yo respeto a los homosexuales, tengo primos y amigos que lo son y
nos llevamos bien, ¡pero la mariquera no la respeto!
Bueno, gracias por
leer este problema que no era el que creían. Sí tienen problemas de erección,
consulten a un urólogo con el dedo pequeño para que no les dé tanto miedo. Y usen
una horqueta.
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