Porque hay gente buena que sí
atiende cada llamada al teléfono y te bien atienden y resuelven problemas, pero
hay otras (ahora) que no les gusta que les llamen.
Hace poco nos tocó buscar el número de telefono Iberdrola para contratar un
servicio de energía eléctrica. Pero si uno no es un robot que pueda enamorar a
la máquina robótica de ese prestador de servicios o si no somos hijos de la
comadre de la vecina de la conserje del edificio donde vive la persona que
atiende al público allí, jamás consigue contacto.
Y como meterse por caminos irregulares
es caer en problemas, nos fuimos por lo legal y astuto, marcando al centro de atención telefónica punto info (atenciontelefonica.info) a su número
11890 un servicio especial que te cobra por ayudarte, sin que sea caro ni
sea frustrante.
Ellos te brindan por teléfono toda la
información necesaria de la A hasta la Z. y si acaso no saben algo, pues
contactan directamente al teléfono de
Iberdrola y de inmediato hablas con un operador que aumenta la información
que te hace falta.
¿Imaginan que puedan resolver todo por
teléfono a bajo precio y directamente hablando con gente que no te hacen
esperar hasta la próxima era glaciar?, yo no lo imagino, ¡Lo viví!, y estoy más
que complacido.
Cuando las personas buenas atienden el
teléfono sin chistar, con palabras amables y prestas a solucionar, la vida
parece como hecha por los que crearon a Phineas
& Ferb.
Pero esas gentes, que carga un teléfono para
arriba y para abajo y que al necesitarle te cortan la llamada, no la contestan
y hasta luego te sacan de sus contactos, esa gente es frustrante. Allí es donde
uno se da cuenta que lo gratuito, siempre sale caro, más con gente que no le da
valor al teléfono y mucho menos a quien le llama por algo.
Ese contraste nos hace ver quién es
quién. Y cuando se paga un servicio y te dan hasta el cuádruple de lo que
esperabas, se siente que no costó nada, pero que a tu ánimo y tranquilidad, les
valió mucho.
Esa gente que no responde el teléfono porque les dan miedo las llamadas aunque veneren al aparato, así como al Hombre de las Cavernas le daba miedo el fuego, pero lo idolatraba
El teléfono se convirtió también en un elemento que crea polémicas entre las personas que gustan de formar polémicas para tener de qué hablar en redes sociales.
Técnicamente el título lo dice todo y a
la vez, nada nos queda claro de por qué hay personas que dan su número de teléfono
pero cuando les llamas, dicen que les estás invadiendo su privacidad.
Disculpen, pero ese alegato sería válido
si uno se materializara a través del teléfono o no tuviese un botón de rechazar
la llamada.
Además, les tenemos muy malas noticias:
¡El teléfono se inventó para hacer y
recibir llamadas!
En principio estaba no más en casas u
oficinas y se decidía si se levantaba entre campanazos. Ahora, no se tiene nada
más en casa, sino a donde tú vayas.
Y si quien te llama no sabes que cargas
el teléfono en el transporte público, alégrate porque no te está espiando. Pero
si llama es por algo, desde negocios a saber cómo estás, si has comido o para
preguntar, ¿Te desperté?, así sean las 4 de la tarde del Lunes.
Si sientes que invaden tu espacio
personal o vulneran tus actividades porque te llaman, pues ¡Vende el teléfono!, y vuelve a ser feliz…si puedes.
Además, piden que le envíes un WhatsApp
y se ofenden si te envían un SMS porque parece que les dan asco, sin recordar
las cientos de conversaciones escritas y baratas que tuvieron gracias a ellos.
Y en dichos mensajes, dicen que te van a
devolver la llamada, ¡¿No qué las llamadas vulneran la privacidad de la
persona?!, ¡Parece que no es más que para ti!, ¡Ya párenle con las
incongruencias!
De hecho, así como hago con los que le
quitan el doble check azul al WhatsApp o escriben mensajes con “haiga,
estábanos y a la final”, los voy a sacar de mis contactos. Prefiero seguir
llamándome a mí mismo, que me contesto bien y de inmediato.
Y cuando las llamadas sean necesarias de
verdad, marco el 11890 y resuelvo (además, es menos patético que la opción de
llamarme yo).
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