Si Yo Fuera Diputado

si yo fuera diputado

Si yo fuera diputado, ministro, gobernador, alcalde o concejal…no, concejal no, esos no se saben qué hacen, pues bueno, de serlo, de seguro sería muy repudiado por algunos y querido por demasiados bastantes muchos. Y eso, me gustaría.

Es que con el hábito natural de decir la verdad, pondría en mala situación a los “colegas” diputados, que no ven ello como un tabú, sino como un pecado.

Si yo fuera diputado y se me “acercasen amablemente” algunos otros diputados de cualquier bancada, a conminarme por las buenas malas a que respalde un proyecto, si el mismo no beneficia en total sino en preferente, de seguro sería amenazado constantemente.

El que no tenga miedo a lo que me puedan hacer, así como los míos y lo mío, se las pondría difícil y de allí, me atacarían.

Si yo fuera diputado no sería gobierno ni oposición, tampoco pueblo. Sería un ciudadano, de esos que cumplen sus deberes y exige que se cumplan sus derechos; algo que todo político de carrera detesta que sea la mayoría, salvo el “ciudadano Presidente, ciudadano ministro o el ciudadano detenido”.

Las normas del buen oyente y el buen hablante terminarían incomodando a la mayoría, que transforma el parlamentar en una gallera de machos y/o hembras alfa. No puedo perder esas normas de educación que me enseñaron en la escuela y en mi casa, en especial cuando las sesiones de la asamblea nacional las ven niños y adolescentes.

Cada intervención que tenga, no sería para ocuparla en contestar lo que otros dijeron, sino para aportar a lo que sí hayan propuesto y además, proponer. Me están pagando un salario, no debería ir a desperdiciarlo.

Además, dicho salario lo usaría para costear decentemente mi vida y ayudar al prójimo. Sí, a ese que se te acerca a pedirte comida, resolviéndole instantáneamente. Pero también para comprar artículos de barbería, mecánica, carpintería, bricolaje o electricidad. Que las personas tengan los implementos para su propio negocio. Eso sí es rendir el dinero.

Si yo fuera diputado, diría cuánto cobro, cómo me traslado, qué compro y cómo veo la realidad de la calle. Quitaría esa opacidad y subida de pedestal con la que se visten muchos por la inmunidad parlamentaria, sin recordar de dónde vienen y lo orilleros que son muchos. Incluso en mi chabacanería, recuerdo mis orígenes y por qué me postulé a ese cargo.

En cada entrevista de televisión buscará el nivel de balance que se aleja de la lambisconería y/o parcialidad. Lo que funcione, se ayuda y lo que no, se dice. Eso quizá crearía la matriz de opinión de que soy de ambos bandos, pero sé por mis convicciones, que si beneficia a las mayorías, es algo que sirve. Sólo hay que decirlo y apoyarlo sin mucho alabarlo, porque lo alabado, sale como ya sabemos.

Si yo fuera diputado, se me vería bostezando en las sesiones aburridas, y atento en las valiosas. Una manera de termómetro social del valor de lo que se propone o del orden del día lleno de peroratas y alabanzas al barro en los zapatos que retrasan las soluciones nacionales.

Por eso es que no puedo optar a una diputación, porque las actitudes correctas parece que perjudican a la mayoría de legisladores y entonces pasa uno a ser el malo, por hacer lo correcto.

Si viese las condiciones, me lanzaría a ello o a una asociación de vecinos o como le llamen ahora. Todo menos a concejal, no quiero ser invisible y sin aportes, aunque me paguen un salario injusto, porque todos esos funcionarios, cobran demasiado + viáticos.

También me alegraría ver a alguno que me emule el sentir y el pensar. Pero es que es tan difícil porque rompe las líneas partidistas y los outsiders, son vistos como escollos por quienes no piensan en lo que significa la balanza de la justicia, para todos.

Argenis Serrano - @Humoristech 


 

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