No se imaginan lo
problemático que es ser el niño de 50 años, aunque en estos tiempos los hombres
que tenemos nostalgia de las comiquitas, videojuegos, juguetes y lugares somos
tanto, que dicha dificultad es compartida y es mejor.
Pero hay cosas que
contar que francamente ya he dicho en varios artículos aquí y si nos las han
leído, ¡Pues que falta de respeto de su parte, gente!
Lo cierto que este 27
de enero de 1975 cumplo 50 años de vida y, el dolor más grande es que mi papá
ya no está porque se fue al cielo, lugar a donde los malos que hacen daño no
van y a donde van (al infierno), se tardan demasiado, alargando nuestro
malestar de saberles vivos.
Está mi madre y ambos
nos mantenemos cuerdos, felices y comelones, honrando al memoria de mi padre y
buscando que las sonrisas jamás falten, porque con él nunca faltaron.
Ser un niño de 50 años
es difícil, lo repito, pero no tanto. Hay quienes no tragan que seas así y te
quieren cambiar, como quien me dijo que no viera Los Simpson porque yo ya no
estaba en edad de eso. ¡Dígame que diría ahora si supiera que veo El
Maravilloso Mundo de Gumball!
Las alegrías, anécdotas,
responsabilidades, cuitas, carencias (que no son mi culpa, porque trabajo, es
mi país que es un hoyo negro que incluso, come dólares), todo eso y más siguen
bordeándome en una rutina que en ocasiones hay que romper, pero qué sabrosa que
es:
- Dormir
- Internet.
- Comer.
- Laborar.
- Comer.
- Siesta.
- Comer.
- Internet
Y de vez en cuando
caminar o parpadear mucho para cumplir una rutina de ejercicios sana, ya que soy
un niño de 50 años al que de vez en cuando se le traban las rodillas, le da torticolis
y se le olvida para qué abrió una nueva página en el navegador, acordándome
exactamente cuando la cierro o más frecuentemente, cuando ya he apagado la
computadora.
Vienen otros 50 años de
historias, carencias, solvencia, extrañezas, gente idiota que dice idioteces
justo cuando uno pasa como para amargarte la vida al mostrar su idiotez y de
ver y conocer cosas buenas y personas nuevas.
Ya luego de esos 50
años, veré cómo me irá con los años que van de los 100 a los 150, cuando de seguro
tendré que ir con cuidado por la vida.
Gracias a Dios por las
oportunidades, soluciones, momentos y aprendizajes que se hicieron prácticos
desde que dije que era un niño de 20, luego de 30, después de 40 y ahora soy un
niño de 50 años.
En honor a mi papá y en
compañía de mi mamá; por la gente que se me fue, la que está y la que vendrá.
Desde este y todos mis
blogs, redes sociales y en el tú a tú, verán a un adulto responsable, que sabe
de seriedad, pensar y sentir con equidad, ser locuaz y pintoresco, orgulloso de
enfrentar esta dificultad que los que se la dan de serio reprimen para dárselas
de duro y maduros, cuando la verdad es que ser un niño de 50 años es un pacer
que me llena de Humor y Paz.
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