Reuben Morales
Tras leer el libro La
partí: historias reales de carretera de los mejores cómicos de Norteamérica
–de Ritch Shydner y Mark Schiff- decidí recopilar mis propias anécdotas
curiosas como comediante de carretera que también soy. Como son varias, continúan
en esta entrega.
Con la actual situación venezolana, no han faltado las
ocasiones en las que se nos ha ido la luz estando en tarima. Cuando eso pasa, no
toca otra que guapear y seguir. Eso sí: lo que gastas en cuerdas vocales lo
compensas con lo mucho que el público agradece el gesto de que continúes con el
show a pesar de las vicisitudes.
Hay ocasiones en donde toca reunirse con clientes para
eventos en donde te piden hacer chistes diseñados para la ocasión. Por eso te
dan una sinopsis de cuáles son los fines del evento, quiénes asistirán, cuál es
la información clave de la empresa, etc. Cuando me encuentro en dichas reuniones,
siempre anoto todo con mucho detalle y concentración buscando no dejar pasar
ningún dato. Sin embargo, siempre sucede que luego de un rato, uno de los
clientes interrumpe la dinámica y me dice: “Mira, ¿pero estás seguro que eso va
a quedar bien? Es que te veo muy serio. Tú no tienes cara de cómico”. Yo
pensaba que para la comedia había que tener cerebro y capacidad de observación,
pero ya veo que no. El secreto está en la cara. Imagino seré el primer paciente
en pedir una cirugía plástica facial para poner mi rostro más “agraciado”.
En una oportunidad, nos estábamos presentando en el
Centro Cultural BOD Corpbanca con nuestro show de stand-up musical. Antes de
salir al escenario, el percusionista, Alejandro Guerrero, me dice que va
rapidito al baño para orinar. Lo hace, baja la poceta y ésta empieza a botar
agua sin parar con muchísima presión. El piso se empieza a mojar y el agua
comienza a salir del baño, por lo que avisamos rápido a alguien de
mantenimiento pues ya debíamos salir a escena. Como en este espacio los baños
del camerino quedan justo detrás del escenario, la sala se comenzó a inundar,
la gente de la primera fila tuvo que montar los pies en la tarima y la mujer de
limpieza secó la sala con coleto y tobo mientras hacíamos el show.
Afortunadamente, la gente fue valiente a pesar del desperfecto técnico que tuvo
la sala ese día. Seguro todos sabían que presenciaban el único show de stand-up
con mejores efectos que el Cirque Du
Soleil. Toda una experiencia 4D.
Para finalizar, recuerdo que el comediante Néstor Mora
y yo nos encontrábamos en la ciudad de Barquisimeto y debíamos regresar lo más
rápido posible a nuestras casas (él a Maracay y yo a Caracas). Por eso, Néstor
sugirió tomar un por puesto. Sería más caro, pero más rápido. Así fue como
abordamos una Explorer de siete
puestos. Lo interesante de este viaje fue cómo se comenzaron a develar las
profesiones de todos los pasajeros.
La chica que iba en el primer puesto, tenía
una pinta de prostituta más obvia que las cirugías de Cher. Nuestras dudas
fueron disipadas cuando recibió una llamada y dijo: “No, mi amor, la chica que
te ofrecí para hoy tiene chikungunya. Te tengo otra, pero puede es el lunes”.
Trancó la llamada y el fondo de pantalla de su gran teléfono mostraba una foto
de sesión con ella en hilo dental. Continuó el viaje y ella peleaba por tener
prioridad con el cargador del celular, pues le urgía atender las llamadas y
mensajes de texto que le llegaban. Cuando hicimos la parada a mitad de camino
para ir al baño y tomar algo, le preguntamos a otro de los pasajeros si se
había dado cuenta del detalle. Él nos dijo: “Sí, vale, ella es prosti. Yo sé,
porque trabajo todo el día en la calle y la he visto. Es que yo soy oficial de
inteligencia, pero ahorita no ando de servicio”. Vaya combo: una prostituta, un
oficial de inteligencia y dos comediantes. Continúa el viaje y la otra pasajera
que faltaba por hablar, comenta que está haciendo el curso para ser oficial de
inteligencia. O era verdad o era una forma barata de enamorar al otro oficial.
Lo cierto es que fue todo un viaje de profesionales del gremio del submundo. Lo
que llama mi atención es que al ejercer nuestros oficios, los oficiales de inteligencia
y los comediantes solemos ser rivales naturales. En cambio, fuera de servicio,
íbamos todos en armonía en un espacio de no más de dos metros cuadrados. El
país que deseo. Ahora, en cuanto a la prostituta, su caso era al revés. En
servicio, es amiga de todos. Fuera de servicio, no es amiga de nadie.
Fin…por los momentos…ya habrá más
Fuente: www.reubenmorales.com
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