Los venezolanos no estamos conscientes de que somos una raza mutante. Basta que un compatriota emigre a un país de primer mundo para que comience a desplegar una serie de superpoderes de los que él mismo no estaba consciente. Todos producto de un arduo proceso de entrenamiento que consiste en vivir en un país que lleva años deslizándose en el tobogán de la crisis. Esta curiosa mezcla de un venezolano en una superpotencia es lo que da origen a los X-Ven. Y existen ciertas situaciones en donde sus superpoderes afloran al máximo.
- El “estamos en crisis”: viviendo en un país de primer mundo, muchos venezolanos reciben la noticia de que el país en cuestión ha entrado en crisis. Esto despierta en el compatriota el superpoder de comparación. Comienza a pensar “¿Esto es crisis? ¡Yo aquí vivo bien, chico! ¡No hombre!, lo que para ellos es crisis, en Venezuela es un periodo de estabilidad y crecimiento macroeconómico”.
(MPIE) MP108 3.2" MTK6572 Android 4.2.2 2-Core 3G Phone 57.16€ - El “No tengo nada que ofrecerte”: cuando a un venezolano le dicen esto, se le despierta el superpoder de creatividad. Inmediatamente se mete en la cocina del anfitrión que se lo dijo, escanea los estantes con su visión de rayos X y se da cuenta de que si juntas todas las sobras que vas consiguiendo, tienes para hacer 4 hallacas y un caldo de pollo.
- El “Me robaron”: a un venezolano lo tratan de robar en un país de primer mundo y se le despierta el superpoder de la docencia. El venezolano ve a este ladrón primermundista a los ojos, fijamente, y le dice: “Amigo, antes de venirme viví dos atracos a punta de pistola, un paliza de la guardia nacional y un secuestro exprés por parte de la mano derecha de un pram de la peor cárcel de mi país”. El ladrón primermundista escucha esto y se va gimiendo como un perro, pensando que acaba de hablar con un jefe encubierto de la mafia.
- La “Reducción de personal”: el venezolano vive en un nuevo país y trabaja en una nueva empresa que se está viendo obligada a reducir personal. Ahora todos se quejan de que una persona hará el trabajo que antes hacían dos. No obstante, el venezolano se ve relajado, pues cuenta con el superpoder de pulpo. Él sabe que lo que en este país hacen tres personas, en Venezuela lo hace una; lo que aquí hacen seis, en Venezuela, lo hace un motorizado.
- El “Me accidenté”: la persona que te ofrece la cola todos los días en este nuevo país amaneció con el carro dañado. Ante esto, al venezolano se le despierta el superpoder teipe plomo. Sea manguera, hueco en el radiador, caucho o filtro, él sabe que todo tiene un arreglo provisional de varios días con solo sacar el teipe plomo de su baticinturón. Incluso cuenta una leyenda que un venezolano viviendo en Nueva York fue capaz de construir un tren delantero a punta de teipe plomo y ganchos de ropa (lamentablemente, la foto de este individuo es tan borrosa como las de piegrande y las de los ovnis).
Y al ver todo el poder que lo hace indestructible en esta nueva patria, al venezolano se le sube el ego más que a Cristiano Ronaldo, viniéndosele una brillante idea a la cabeza: “¿Y si me voy a Venezuela y monto un negocio con todo este ‘know how’ de última generación que estoy conociendo aquí”. La idea lo emociona, se le comienzan a venir mil ideas más a la cabeza hasta que de repente, cuando menos se lo espera, aparece ante él la criptonita que peor lo debilita en este nuevo país: otro venezolano. Toda la emoción se le derrumba y se dice a sí mismo: “Coño… por esto fue que me vine”.
Autor: Reuben Morales
Fuente: Reubenmorales.com
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