AUTOR: DANIEL KLÍE (TWITTER: @CHDNK) |
El ser humano siempre ha tenido interés en contar historias y así reflexionar sobre su realidad o mejor dicho de tratar de olvidar la misma aunque sea por dos horas. Como una de las pocas opciones de entretenimiento (el resto están caras, no hay o simplemente cerraron) se encuentra el cine.
Contemplado como una de las mayores opciones de entretenimiento, el cine es aquel lugar donde se cuentan historias alternas de la realidad (menos algunas películas sobre hampa y secuestro que terminas incluso más traumatizado que después de oír el noticiero de las 11). Generalmente cuando pensamos en el cine imaginamos un lugar de 1er mundo que podría estar ajeno al caos que describe que nuestro país.
Es sábado y decides ir a ver una película, cuando menos te des cuenta estarás en una cola que parece ser un simulacro de supermercado y te preguntarás si ese día también racionarán las cotufas o si las entradas son por número de cédula. Las horas pasan lentamente, la familia de adelante está emocionada por la película, los 6 primos no dejan de gritar mientras los padres simulan estar emocionados, dicen que van a ver Avengers pero se quejan de que no aparece Batman en la película y que quizás terminen viendo el Vigilante del Centro Comercial, parece una comedia increíble, una película que vale los 400 bolos. “Esa se burda de buena, parece que hay plomo como en rápido y furioso, es para toda la familia” Dice uno de los tíos que está más cercano a un estado borracho-somnoliento.
Al fin logro comprar las entradas, imprimen una factura y me señalan que disfrute mi película. Cercano a la cola de las entradas hay otra más ¿Será que hay cotufas reguladas? Al menos saldrían más baratas. Pareciera que la gente ahorrara por 2 o 3 meses para poder costear los combos del cine.
Pasa el tiempo hasta que faltan 5 minutos para la función, pasan cada una de las personas a la película. Ves como el orden preestablecido de los puestos que asignaron nadie lo respeta, es como una especie de lucha de asientos del Metro. La película va a comenzar y comienzan los comerciales, te convences que no son tan malos, empieza un jingle sobre la utopía de una ferretería sin repuestos, chistes con risas forzadas, te preguntas si estás en el cine o viendo la tv nacional y cuando podrías preguntar si podría ser peor aparece aquel corto de la película pirata, preguntándote cómo el niño se costea los dvds piratas o si realmente desconoce la existencia del Internet.
La película comienza, el suplicio ha terminado. La trama comienza y simultáneamente también los gritos de los niños con exceso de hiperactividad de las 2 Susy por 100 que se han comido, les dicen a su padre que no quieren estar ahí que quieren salir, hacen un berrinche. ¿Chucky, dónde carajo estás?
En los otros puestos, una pareja tiene una cita normal en donde hacen énfasis en matar su queso, supongo que les recuerda a la trama de matanza, obvian a los niños que gritan delante de ellos y al señor de al lado que habla por teléfono alegando que no escucha nada , que está ocupado pero que puede hablar. Pasan 20 minutos y un conjunto de personas entran, pasan en slow-motion y joden más la película. Se sientan al lado, alegan que no hay problema con lo sucedido que igual leyeron el libro y que muere el protagonista.
Contemplas que la imagen se distorsiona, parece un apagón o que el proyector es aparentemente mente chino.
Joder, la próxima, los Torrents salvan la patria.
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