ENTREVISTA A UN DÓLAR
Reuben Morales
Tras muchas llamadas y correos, finalmente logré verme con el imperialista enemigo que nos tiene la economía distorsionada. El día de nuestra cita, me escribió personalmente a mi Whatsapp preguntándome cómo era mejor vernos, ¿cash o transferencia? Como estaba urgido, opté por la primera y así comenzó nuestra entrevista.
R: Es un privilegio verse con usted, a pesar de que es ilegal.
D: Sí, estoy rayado. Me han pasado muchas veces el marcador que comprueba los billetes.
R: Obvio… Bueno, comencemos.
D: Está bien, pero sáquele copia a los seriales. No quiero comiquitas después.
R: Le estoy tomando fotos con el celular. No se preocupe. Antes me gustaría saber cómo le gusta que le llamen… ¿Dólar negro, DICOM, DIPRO?
D: Mmmm… La Santísima Trinidad. Aparezco en cualquiera de esas caras según la operación.
R: ¿Ahora nos vamos a poner religiosos?
D: Es que yo soy como Jesús: “Dejad que los bolívares vengan a mí”. Ojo, aunque sí le advierto: de todos los nombres que me dijo, detesto que me digan Dólar Negro.
R: Ah, disculpe.
D: Prefiero que me llamen Dólar Negro de Whatsapp, porque eso crece y crece.
R: Es que en esa faceta de Dólar Negro le han puesto muchos nombres, ¿no?
D: Sí. Me dicen Lechugas, Verdes, Obama, Trump... Mi favorito es el último. Hasta se escucha como el original: “Dólar Trump”. ¿Suena bien, no?... ¡A presidente!… Bueno, es que ése soy yo al final: el que en verdad manda en Venezuela. ¡Dólar libre, la lucha sigue!
R: ¡Viviremos y gastaremos! Disculpe, se me salió. Por cierto, le recuerdo que están de más los chistecitos de que usted es nuestro presidente. Aquí tenemos presidente y se respeta.
D: Se respetará, pero él es íntimo, íntimo, amigo mío. A él siempre me le aparezco en mi faceta DIPRO.
R: ¿Dólar a 10, no?
D: Sí.
R: ¿Son pocos los que le conocen esa cara, no?
D: Uy, si le contara quienes me conocen a 10… Son unos pocos, pero me hacen sentir muy bendecido y afortunado.
R: Me imagino. Mire, ¿y por qué vive usted empeñado en distorsionar nuestra economía?
D: Un momento… no le puedo contestar.
R: ¿Por qué?
D: Ya va.
R: ¿Cómo?
D: Voy.
R: ¿Qué?
D: Perdón… Es que me estaban dando mi nuevo precio. Volví a aumentar mientras hablábamos.
R: Y yo disminuí.
D: ¿Qué dijo?
R: ¡¡Vaya a su país!!... ¡¡Invasor!!
D: No puedo porque yo, amigo, soy como la pareja.
R: ¿Cómo es eso?
D: Torturo, pero es imposible que se pueda vivir sin mí. ¿No ve que soy el verdadero remedio para la hiperinflación?
R: ¿Hiperinflación? ¡Bah!… Usted no nos afecta porque nosotros nos manejamos en Bolívares.
D: El mejor chiste que he escuchado en años.
R: ¿Se está burlando de mí?
D: No, para nada. Más bien quería recomendarle algo.
R: ¿Qué?
D: Que vaya reuniendo monedas de céntimos de dólar.
R: ¿Por qué?
D: Porque al ritmo que va la devaluación, próximamente solo les alcanzará para comprar eso: Penny, Nickel, Quarter, Dime…
R: ¿Qué?
D: Dime.
R: ¿Qué te digo?
D: ¡No, Dime! La moneda de 10 céntimos de dólar.
R: ¡Ah, ya!
D: Siguiente pregunta.
R: Ya va, no puedo.
D: ¿Cómo?
R: Voy.
D: ¿Qué?
R: ¡Berro!
D: No entiendo.
R: Perdón… Es que mientras hablaba, me entró un mensaje. Debo dejarlo porque me acaba de confirmar un entrevistado más interesante, polémico y que está sonando.
D: ¿Quién?
R: El Bitcoin.
D: ¿¿Qué??... ¡Claro! ¿Con santo nuevo, los viejos no hacen milagro, no? ¿¿Me va a dejar por esa cosa que no se puede tocar, ver, ni oler??
R: Mmm… sí.
D: ¿¿En serio?? ¡No!... ¡No, por favor!… ¡No se vaya!… ¡Se lo suplico!… ¡Estoy por subir de precio otra vez!... ¡Espérese!
R: Estoy apurado.
D: ¡Pero déjeme ir con usted! ¡Yo también quiero conocerlo!… ¡Por fa!
R: ¿En serio? Mmm… pues no sé.
D: Le paso una vainita.
R: Ahora nos estamos entendiendo… ¿A 10?
D: A 10.
R: Plomo.
D: Vamos.
|
No hay comentarios.:
Publicar un comentario