Si
alguno de mis lectores estudia psicología, psiquiatría o comunicación social,
les voy a regalar un título para sus tesis: “Reacciones absurdas e incoherentes de la gente cuando están frente a
una cámara”. Porque no es sólo una sonrisa a la cámara lo que dan, sino un
montón de rarezas que asustan.
Y
es que aunque sean camaras inalambricas con wifi de las que se instalan dentro y fuera de hogares, oficinas,
empresas o sitios públicos, que de usual son para control y seguridad, la gente
se la pasa haciendo cosas raras. Y sí, es bien raro darle una sonrisa a una
cámara de esas y me consta que los vigilantes de seguridad cuentan muchas de
ellas al día, además de:
- Las
que se arreglan el hilo de la ropa íntima, confiadas que nadie las ve.
- Quienes
se sacan los mocos y casi que buscan un microscopio para analizarlo o conseguir
en ellos un dato para las loterías.
- Los
que se tropiezan incluso con objetos inexistentes o que lo hacen viéndole el trasero
a las mujeres y se suenan un poste.
- Las
que se muerden los labios viéndoles el paquete a los hombres, entre otros.
Y esas raras "sonrisa a la cámara" en otros casos
Basta
a que se saque un celular, para que los bebés dejen de llorar y coloquen una pose
de “yo no estoy llorando, yo estoy tranquilo chupándome el pie” y den una
sonrisa a la cámara; luego de la foto, siguen chille y chille.
En
las selfies grupales, comienzan las
competencias a ver quién sonríe de manera más falsa que parezca franca, de
colocar los dedos en “V” horizontal dándosela de raperos o las mujeres que
intentan crear materia en los glúteos que apenas tienen, torciéndose; todos
además de agachan, como que el cielo raso les va a caer encima o temen que el
que quede más alto en la foto, le van a mochar la cabeza.
Y
esas parejas que uno sabe que pelean de manera más real que eso de la UFC que
pelean en una jaula hexagonal y que para la foto están con aquella sonrisa,
deben ser motivo de análisis en cualquier tesis, porque a esa gente claro que
les falta un tornillo además de faltarles amor propio y por el otro.
No
son menos raras esas fotos en las que la mujer sonríe y el hombre tiene más
sonrisa en la foto para el pasaporte que
junto a su esposa; cuando el hombre sonríe y la mujer no se ocurre el mismo
problema: Esa gente o le cuesta ser feliz en pareja o todavía creen que las
cámaras se roban el espíritu.
Las mejores fotos
Sonreír
o reír a como se hace siempre o al menos hacer algo que no asemeje a una mueca
consecuencia de una parálisis facial en una foto, es lo más saludable y afable
que se puede hacer. Romper el hielo y la desazón con una sonrisa a la cámara,
que quede como testigo de que lo sigues intentando por ser feliz y seguir
luchando, es tremendo aliciente para sí mismo y para los demás.
No,
no es fingir; es reconocer que es más chévere y productivo, además de buena
nota, sonreír aunque nos esté llevando la bruja, porque al menos así la gente
se ocupa de ayudarnos; en cambio sí nos amargamos, nadie se acerca ni para
poner flores a la tumba.
Y
de tanto y tanto mostrarle una sonrisa a la cámara en cada foto, de seguro uno
se termina acostumbrando a sonreírle a todo. Allí la vida como que comienza a
pesar menos, porque una sonrisa, te despoja del peso de ser tú mismo.
Así
que cuando veas las cámaras inalámbricas
con wifi, las de los teléfonos móviles celulares, las cámaras convencionales y
hasta la cámara que está en la estación policial donde te llevaron por amargado,
sonríe, de seguro algo cambiará para mejor.
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