Los quiroprácticos
practican la quiropráctica, y se le llama así a la profesión porque esta se
ejerce con las manos, ya que todas las demás en el mundo, por lo visto se hace
con los pies.
Aunque se dice que su
origen proviene de alguien que le curó un problema de audición a su conserje,
quizá exprimiéndolo hasta que le saliera la cerilla o líquido cefalorraquídeo
gelatinizado en los oídos, quien suscribe, tiene otra teoría.
Seguramente el primer
quiropráctico surgió el día que un asesino estrangulador a sueldo fue a cumplir
un trabajo y cuando le estaba ejerciendo presión para desnucar a la víctima, lo
que hizo fue curarle una torticolis que lo tenía jorobado desde hace tiempo.
En ese instante, el
estrangulador tuvo una epifanía y vio que era mejor sanar que matar o que podía
congeniar ambas cosas, cobrando por reventar pescuezos y cobrar por haberle
curado cualquier dolencia, como los ojos llorosos o la rodilla hinchada a la
gente.
Por eso vemos que la
quiropráctica es una labor muy loable, que permite al ejecutante hacer gritar
de dolor a la gente, tronarle los huesos y felicitarle antes de decirle que le
quedan doce sesiones más, pero que en las próximas de seguro no habrá dolores
ni gritos (de parte del quiropráctico, el paciente, que chille).
¿Por qué la quiropráctica no la practican todos, teniendo manos?
No me gustó ese subtítulo, pero no se me ocurrió otro.
Porque la gente tiene actualmente
tan mala alimentación, mal dormir y el cuerpito tan blando, que no muchos se
atreven a apretujarlos y que les suene el calcio, no sea que se les queden en
la camilla como pollos beneficiados.
Por cierto, ¿Qué
beneficios tiene los pollos de que los desnuden y les descuajaringuen el cogote?
De allí que la quiropráctica
sea una práctica (sí, terrible juego de palabras), que sólo a los más
arriesgados a los cuales les gusta el crujido de la estructura ósea de los
demás, -como suena cuando los perros comen costillas-, pueden lograr.
De allí que, para cubrir
la escasez de quiroprácticos, se abrieran cátedras de fisioterapia y kinestesia
que se parece, pero no es lo mismo, porque falta la emoción de un
estrangulamiento con una toalla que te terminará haciendo crecer unos 5mm,
incluso, sin que llegues a estirar la pata.
Necesitamos más quiroprácticos
La quiropráctica está en
decadencia porque como ya dijimos, no todos tienen el guáramo de apretujar a
alguien y que se les salga un gas con sólido, líquido y plasma adicional y que
luego les digan “ya me siento más liviano”.
De hecho, esa carencia es
tan vieja, que fue ocupada por la brujería, los yerbateros y los pastores de
las iglesias “vente a acostal, mi amol”, donde se meten a buscar la curación de
la gente y muchas veces, logran empeorarlas, no sin antes cobrarles la
consulta.
La quiropráctica bien
practicada con las manos (¿hasta cuándo este mal chiste?), puede curar dolores
de cabeza, malas posiciones por jorobarse viendo el celular, cólicos con
retortijones y dolores por los mameyazos que se dan los deportistas solos o
entre sí.
Claro, si la
quiropráctica es mal aplicada, crea dolores de cabeza, malas posiciones por
jorobarse viendo el celular, cólicos con retortijones y dolores por los mameyazos
que se dan los deportistas solos o entre sí.
Ellos no tienen que
recetar medicamentos, todo queda en sus manos, lo que es un alivio, porque la
amasada con tronidos sale bien cara.
Uno de los detalles más
interesantes de la quiropráctica es que impacta en el cerebro y aumenta la comunicación,
especialmente con las mentadas de madre que se le echan al quiropráctico
acompañadas de ¡Ay, pasito – pasito!
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