Y tú, ¿Cómo vas a celebrar?

Quizá vas a celebrar o no, pero todo radica en el cómo, ya que sí celebras como otros no eres original y sí se te pasa la mano, lo más original que te puede ocurrir es que te quedes con algunos huesos sanos, ya que siempre hay quien busca borrar la felicidad.

En familia, pareja, con amistades, vecinos o tú solo haciéndote cosas que ni quiero imaginar, celebrarás el hecho que creas sea digno de celebración. 

Habrá quien aprovecha la celebración para hacer sorteos, rifas, canciones o verbenas bailables con esa temática, pensando que va a vender más. Habrá quien le celebre la gracia y quienes no. Mientras no vayan allá a celebrar una riña colectiva, todo bien.

Sopas, parrillas y cervezas, ron, sidra o whisky o -porque se puede caer más bajo- anís, sangría y alguna fruta picada por pájaros y caída de un árbol para darle sabor, serán parte de la celebración, acompañada siempre con “ándate por un refresco que la abuela no bebé caña y un poquito pa’ ti”.

Gritos y cohetes, cornetazos y hasta una tuba tocando canciones patrias; porque vas a celebrar a lo grande. Quizá lleguen mariachis o música criolla, pero más seguro es que lleguen algunos alcohólicos a tocar tambor mientras uno de ellos seduce y preña a alguna chica de la zona mientras los padres, bailan.

vas a celebrar


Con caravanas, reuniones, pitos y cornetas con el desgraciadamente célebre “Color Esperanza” vas a celebrar, siempre pendiente de quién o quiénes vienen resentidos a echarte a perder la fiesta y que comience una trifulca que haga memorable y célebre ese magno evento de la belleza o fealdad, según sea el cristal o vidrio roto con el que se mire.

Flayers y memes, bailes y mucha inteligencia artificial usada para mamar gallo y no para el bienestar humano serán parte de la celebración, en una franca competencia de cuál hace el mejor, cuál obtiene más vista y quién asciende a influencer por decir alguna estupidez que cale bien entre los celebrantes.

Ver cómo se elimina un problema es el motivo por el que vas a celebrar. Pero estás acostumbrado al caos que quedas en modo defensa porque sabes que viene algo a trastocar la alegría. Y créeme, haces bien, yo también tengo esa paranoia que no me deja celebrar; se le llama “falta de dinero”.

Así como cuando se marca el gol, home run o canasta de tres con la que se gana un partido y por la que vas a celebrar ese día y el otro también hasta que te baje la adrenalina, de eso no hay duda. Lo malo es que vas a buscar al del lado perdedor para regodearte y este no sabe perder y quiere que tú pierdas mínimo, los dientes, algunas vísceras y costillas.

Parques nacionales, plazas, calles, parques, avenidas, estarán estresadas entre la iluminación y el silencio y una que otra mentada de madre a la que sólo se le logra identificar sí es de alegría o de rabia según el tono de voz, e llanto y sí echa unos fogonazos al aire.

Murales y estatuas son siempre los objetos inanimados donde se plasman las celebraciones de quienes ganan, pierden o empatan. Sí vas a celebrar en grupo, cuidado te agarran pintando o peor aún, cuidado te pintan, recuerda que en Venezuela se celebra rayando camisas.

Los hoteles y moteles también serán lugares de júbilo; los primeros en sus zonas para recreación y los segundos, en sus zonas para recrearse o reproducirse, bajo la premisa de “uno para celebrar los tiempos que vendrán; y otros dos porque para eso, vinimos”.

Peticiones de noviazgo, matrimonio y divorcios se harán presentes, ya que la adrenalina desinhibe y que tenga lo que tenga que pasar. Incluso si te rechazan, por el primer motivo de júbilo y alegría vas a celebrar igualito.

Las apuestas de rape de pelo y cejas, pollo frito y una cochina embarazada se van a pagar, porque los ganadores han apostado y perdido tantas veces antes que en esta ocasión no perderán el chance de cobrar su premio.

La quema de Judas, popular en Domingo de Resurrección, tendrá una edición especial porque a la gente en cualquier celebración, incluso cuando hace mucho calor o haya hospitales o enfermos cerca, conserva el lado cavernícola de celebración bailando alrededor de una fogata.

Escribir y describir; los más intelectuales, acompañados de una bebida, papita, maní y tostón, cotufas y celular en mano, estarán en la comodidad de sus casas chateando contentos y sanitos como los seres reservados y serenos que son. Viendo y analizando lo que sucedió y esperando que no se repita, aunque siempre hay quien lo hace cíclico.

Y tú, cuéntame, ¿Cómo vas a celebrar?, sea lo que sea que estés planeando o esperando, dímelo.

@Humoristech 

Anda al Médico

Hay un viejo comentario humorístico que dice que “las mujeres van al médico, iglesia o terapeuta a contar sus problemas y los hombres sólo van al bar o al sillón”, que lejos de ser gracioso es la pura realidad: Cuando a los hombres nos da una enfermedad no vamos a atendernos hasta que estamos casi boqueando y alguien querido nos dice ¡Anda al médico!, e incluso, nos lleva.

O como dice el refrán: “Cuando llueve el zamuro dice ¡Mañana hago mi casa!; y si al otro día sale el sol, dice: ¿Casa pa’ qué?”, porque en esa falsa hombría nos aguantamos creyendo que los duendecillos mágicos vendrán en la noche a curarnos y de ñapa, arreglarnos los zapatos.

En tiempos en los que incluso ya se puede solicitar una cita médica online y que incluso hay medicamentos genéricos, el miedo a los doctores es menos comprensible. Y tú, hombre, e incluso para muchas mujeres, les aseguro que es mejor cuidarse y estar sanos para poder cuidar a la familia, trabajar y ver TikTok sin sentir puntadas raras con sensación de calentura y que se te va a salir el espíritu por la boca, que sentir como la pelona te está soplando en la nuca mientras te tienes que calar todos los problemas y acciones propios de un problema de salud.

Anda al médico aunque sea a hacerte un chequeo; es imposible que no te enfermes, pero es posible que no sea tan fuerte y te haga dar vueltas en la cama como un pez recién pescado, estremeciéndose en la red.

anda al médico

Anda al médico

Esto no es gracioso, pero es necesario y por eso lo escribo. Porque así como yo me cuido para cuidar de mi gente, también lo hago para seguir escribiendo. Y sí no los cuido a ustedes, ¿Para qué voy a escribir?, luego se me quitan las ganas de cuidarme y me da algo, que terminará siendo culpa de ustedes que dejaron de leerme porque se desexistieron intencionalmente.

Anda al médico incluso sí presumes que vas a recibir malas noticias sobre tu salud y el miedo te paraliza. La información es necesaria para comenzar el tratamiento. ¿O acaso crees que la enfermedad empieza cuando te la diagnostican?, ¡Sabiendo y corriendo, hermano, sabiendo y corriendo a curarse!

Hay quienes le temen a que les asusta hasta el desmayo la sangre, les hagan un raspado, una incisión, biopsia o les metan tubos. Siempre olvidan que es peor una puntada quemante que viene de adentro y que te puede volar los tapones y hacer respirar por las orejas y con dificultad. Siempre un procedimiento duele y afecta menos (ni al 1% llega, según un estudio que acabo de contar con mis dedos), que un dolor quiebrahuesos.

La única excepción es ir al dentista y es por ese despreciable taladro que realmente se llama turbina, como si cambiarle el nombre le quitase lo despreciable.

Hay a quienes un examen físico les puede provocar incomodidad y ansiedad tanto por los resultados como por tenerlos desnudos con una bata que no cubre nada. Es una razón comprensible, pero inválida, así que sí ese es tu complejo, ¿Quién te manda a dejar que el cuerpo se te pusiera feo?

Los costos antes, durante, después, más después, incluso un poco antes -no sé cómo, pero ocurre- de ir al médico, también hace que los hombres y algunas mujeres no vayan sino hasta que ya el mal les ha hecho sucumbir, porque los atenderán en el área de emergencias o urgencia sin tanto trámite.

Ese estúpido razonamiento ha llenado las funerarias de pacientes que mermaron su calidad de vida sólo porque les iba a costar. Todos estamos abollados del bolsillo, pero el sistema de salud gratuita y los bajos costos del sistema de salud privado, ayudan a los necesitados.

Y para ser un necesitado, primero anda al médico y expón tu caso; es mejor que tú vayas a tiempo, que te lleven cuando ya estás en cuenta regresiva para el despegue.

Anda al médico así seas de la religión que sea, porque Dios hace milagros en quienes confían y los médicos son gente en la que Dios depositó sabiduría para poder atenderte. Sí no le haces caso a los médicos, el que los puso en ese cargo tampoco podrá hacerte un milagro, ya que de verdad no lo quieres.

Aplica también para quienes no se toman una vitamina, les huyen a las vacunas o viven tragando todo lo que consiguen bajo la consigna “el que tenga miedo a morir, que no nazca”. De esos no salen ni buenos esqueletos para las facultades de medicina.

Les reitero de la manera más seria posible: Anda al médico aunque sea a hacerte un chequeo, así le temas a que te meta el dedo hasta donde dice “HECHO EN VENEZUELA”, porque no debe darte pena, todos seremos sacrificados de la misma manera, ya que es uno de los traumas de la vejez.

No le temas, mujer, a que te toquen las mamas, mucho menos sí lo hago yo. Es por tu salud. La prevención duele menos que llegar al consultorio médico en los capítulos finales porque escribiste tu epilogo.

La mente, corazón, tripas, cuerpo, nos necesitan y debemos atender su llamado. Así somos más productivos, sonreímos más y podemos ver el fin del mal y la llegada del bien, desde la perspectiva de una persona sana.

Quiérete, para que te quieran. Humor y Paz y dispensen la desfachatez del escrito, pero la letra con sangre, entra.

@Humoristech 

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