Lo chévere de la historia es cuando uno en vez de aprenderla en mera lectura,
la recuerda. Lo no chévere, es que eso está delatando que te estás poniendo
viejo/a.
Las cosas que más memorizamos son aquellas que directamente nos llegan a
ambos hemisferios del cerebro, guardamos y que en algún momento utilizaremos
para: resolver trivias, meter labia, filosofar, parecer
inteligentes, resolver crucigramas, inculcar valores de programa de
televisión a los niños, procrastinar, responder las preguntas de
Quién Quiere Ser Millonario mentándole la madre a la persona participante
que no se la sabe y tú sí.
Eso entre miles y miles de cosas que atañen a cada quien y que a la larga
nos damos cuenta que aunque parezcan superfluosidades, son mejores que la manga
de estupideces sin valor, pegue, jugosidad, alma, encanto, carisma y
no-propensión al tarareo que existe actualmente.
Muchos nos hemos hecho fiebrúos de hablar sobre el pasado “cuando éramos
felices y no lo sabíamos”, placer
que se ha ganado el interés de la mayoría, atrayendo más adeptos cada
día, haciéndonos preguntas que hace rato se respondieron, pero allí
la gracia del tiempo, todos tenemos nuestro momento cronológico y además ¿qué
culpa tiene la gente de recordar a Mazinger, ALF, Candy-Candy y a la Calaca
Tilica al mismo tiempo que fallecía Renny Ottolina, surgía el Conde del
Guácharo o se develó por fin el tamaño de sostén de Pandora Peaks?
Eso es lo sabroso de recordar el pasado. Tan bueno que muchos artistas en
las redes sociales y en tarimas de ciudades y pueblos se han ocupado de
recordar viejas glorias, en especial cuando había telenovelas buenas
que jode, bastante producción nacional de calidad y la censura era más la
venezolanidad que una Ley que hace que la palabra “Dictador” sea una grosería
deferente, sólo porque la misma viene con ejemplo.
Cuando todos pensamos en un tópico del pasado, sea como anécdota o a
manera de pregunta, el primer pensamiento humano que viene a la mente
es ¿POR QUÉ NO SE ME OCURRIÓ A MÍ %$”)&¡¡Çç}8! ¿¿? Bueno
eso sería a ustedes, yo no diría eso. A mí se me ocurrió pero quise que otro
figurara con la idea. Sí, soy tan bueno así, ¡VIVA YO!
Es de verdad bonito recordar y hacer preguntas a la gente con la
intención de que sufran buscando la respuesta en los recovecos de su mente,
yendo atrás a los tiempos en que el televisor de la casa era a color pero como
las transmisiones eran en blanco y negro todo se veía verde;
cuando la FM comenzó a llegar a Venezuela y era toda una revelación
que pensaron no superaría a la AM; de los eventos sabrosos, baratos y
tranquilos que había en el país; de cuando todo tiempo pasado fue bueno y que
sí cometemos el error de hacer comparaciones ad libitum ahora, deseamos de
nuevo regresar a aquellos tiempos.
Pero no se puede, porque la ropa de los años 70, 80 o 90 ya no te queda; la
peluca ahora se te notaría; el bolívar ahora aunque le quitaron los ceros y le
mientan fuerte, vale más en estos tiempos (vale más pujarlo, quiero decir).
Y sí vuelves a aquellos tiempos ¿cómo tuiteas sí aún hace unos 20 años lo
que había era Wordstar, Lotus 123 y el precursor del reguetón, o sea el “flow”.
Más sí da gusto recordar cuando tu papá llegaba con 8 tostadas en el
bolsillo del paltó a las 12 de la noche y te despertaba para que te comieras
una aunque al otro día debías ir a la escuela, mientras tu mamá le formaba un
peo por llegar rascado por enésima vez en la semana y apenas era
miércoles.
Aquellos instantes en que tomar Vino Sansón con papelón, ojo de ganado y Alka
Seltzer era una moda para ver quién se desmayaba primero.
Cuando tú
hermana usaba el Maki-Club y se veía bonita, pero no tanto como tu hermano.
En esos tiempos en que el tacón de medio metro y un pescado adentro
flotando boca abajo era sensación; cuando un viejo sacaba su silla tejida en
mimbre y los niños se sentaban alrededor a escuchar sus historias y a oler
las incontinencias de sus intestinos.
Cuando se podía ver VTV, Venevisión, sin aquella decadencia que
ahora presentan y que son un laxante para el ánimo. Cuando RCTV era señal
abierta y menos busca lío.
Cuando Televen estaba tiernita y pasaba series, cuando las televisoras
regionales eran una sensación que pasaba lo regional con gusto.
Esa época en que era moda salir con un seno afuera o un pantalón pegado
para que se viera lo que no tenía pues todo era real. No como ahora que las
mujeres usan el Panty Miranda y los hombres usan el pantalón pegado para que se
les marquen las nalgas y les luzcan mejor con los zarcillos que son unas
rolineras que se meten en las orejas para que sus maridos los agarren por allí
cuando los están clavando por el ano.
Y ni hablar de comiquitas y juguetes. Cuando queríamos la figura de
tal caricatura y el Niño Jesús nos traía su cuaderno para colorear con
unos creyones y ambos tenían la etiqueta del precio de la bodega de la esquina.
Antes de las fiestas Rave, existieron unas cosas donde el jefe de
tu papá, tan serio que se veía, salía en la TV vestido de negrita en unos
allanamientos a una manifestación anti-cultural llamada “ballet rosado”.
Necesitaría como mil post para hablar de ese pasado que no volverá pero que
sería un buen modelo para el presente y futuro de esta pudrición social llena
de antivalores, sin honor, indiferente, desconocedor, frío y sin empatía.
Pero le agradezco al pasado por estar presente en el presente. por traernos
esas ganas de llorar ante las claras muestras de un envejecimiento que se nos
escapó de las manos porque no permitimos que todo siguiera chévere cambur
pepeao, como para seguir recordando, sino en una ingrata manifestación de falta
de inspiración, temor, pocos recursos y aquella teoría de que “un
culo vende mejor una pasta dental o zapatos”. No me quejo de los culos, pero
¡no son pa’ mí, así que no valen pues”.
Sigamos viviendo el ahora, cimentando el mañana y con el gusto de lo vivido
y aprendido del ayer, que ahora es que queda.
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