Unos buenos amigos que se fueron a las
hermosas Islas Canarias, guardaron sus enseres con un servicio llamado guardamuebles las palmas y se sintieron
tan bien, que me pidieron escribiera con humor, sobre las mudanzas
profesionales. Para ustedes, mi cariño hecho un artículo.
Irse de su país tiene mucho peso. El peso
sentimental por dejar a un amor (hay quienes se van después de embarazarla o
estafarlo). El peso de estar lejos de lo que más quiere (de usual, la comida y
el pararse tarde); el peso de las maletas y de sus enseres para el nuevo hogar.
Además del peso económico, no lo quería decir para no hacerlos llorar, pero ya
de seguro estaban con el ojo aguado.
El peso del clóset, de la cama, del
gabinete, de la mesa de mármol, de las cajas con cosas que guardaron, del baúl
donde tienen no saben qué, de la línea blanca y demás, es el peso al que más le
temen porque están solos o solo para cargarlos. Y decimos solos, porque a la
hora de una mudanza, amigos y familiares se pierden, hasta se salen del WhatsApp
y eliminan sus cuentas en redes para que no les contactes. Luego te dicen “te
fuiste y no tuvimos oportunidad de despedirnos”.
Amigos que se mudaron de Venezuela a las
Islas Canarias, como llegaron a un apartamento tipo estudio, tanto pereto que
tenían, dejaron lo más grande en guardamuebles
las palmas porque allí estaba seguro. No como esos programas de “¿Quién da
más?”, donde les abren los casilleros al tiempo. No, con ésta gente el asunto
era de responsabilidad mutua, entendimiento y oportunidad. Así estaban seguros
y hasta les ofrecieron más, lo que me parece interesante comentar. Luego, sí
tuvieron un apartamento más grande y les tocó de nuevo hacer la mudanza, pero
esta vez, sin dolores (de espalda, piernas, pecho, brazos por cargar mal).
Porque las mudanzas de usual las hacemos
metiendo nuestras cosas en dos formas: las que no se rompen en un lado y las
que se rompen en otro. De usual ambas se rompen o dañan porque no tenemos cuidado
al embalar, trasladar y sacar. Más esa gente de las mudanzas sabe colocar el
florero donde venían las flores de la primera cita de novios en una caja, lo
traslada con cuidado y llega intacto hasta el lugar donde lo quieres.
Algo que es bien bueno para el alma, es que
lo que querías tener, lo tengas, estés donde estés. A donde te lleve la vida,
te acompañen los recuerdos físicos, mentales, sentimentales y de objetos de
valor especial. Esos amigos están en un lugar de ensueño, donde la calma, la
productividad, el entretenimiento, la historia y la educación son sólidas y
bien reconocidas.
Con sus cosas, están como en su casa; se
las mudaron profesionales, se las organizaron, no les cobraron caro y los
inspiraron a la organización. Eso es inspirador para una nueva vida, en otro
país, ora ciudad, otra forma de ver la vida.
Lo que sí nadie deja de llevar encima, es
su gentilicio, sus valores, el amor a la tierra donde nació y que más allá del
tiempo y el espacio, protegen, enaltecen, quieren y añoran.
Quien se va de su país debe recordar que su
nuevo hogar es una especie de embajada, donde se deben propagar las nuevas
tradiciones. Eso, la tecnología y la personalidad, nos mantienen siempre cerca.
Y sin el lomo doblado por la mudanza, que la hicieron personas que saben
cargar, mover, colocar y ordenar, ¡por eso, nada les pesa!
Sí tienes que mudarte, recuerda que el amor
y el humor se trasladan en segundos por el mundo, por ello nunca te faltarán.
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